Defender El
Sardinero nos concierne a todos los santanderinos, y la reciente unión de sus
vecinos para proteger y preservar este emblemático distrito es admirable.
El
Sardinero, con sus playas, jardines y edificios históricos, ha sido un enclave
señorial que ha acompañado el crecimiento de Santander, enriqueciendo su
calidad de vida. La defensa de este patrimonio resulta crucial para mantener la
identidad y el carácter distintivo de nuestra ciudad.
Los
promotores de esta asociación vecinal han expresado su preocupación por la
degradación que perciben en El Sardinero, un espacio emblemático que, en su
opinión, ha perdido su elegancia y carácter señorial. Entre los problemas
específicos que señalan se encuentran las inundaciones recurrentes en la Plaza
de Italia debido al tanque de tormentas, la excesiva presencia de cemento que
ha alterado la estética de la plaza, la proliferación de franquicias y locales
de comida rápida en los bajos del Casino (convirtiéndolo en un foco de
ludopatía), y la remodelación de los Jardines de Piquio, cuya consulta
turística ha influido incluso en el color del suelo. En general, sienten que
estas transformaciones están despersonalizando El Sardinero, alejándolo de su
identidad original.
Resulta
encomiable que los vecinos del Sardinero, a menudo considerados privilegiados,
se movilicen en su defensa, abordando tanto aspectos de identidad como
carencias concretas. Mencionan la necesidad de "estabilizar la Segunda
Playa con un rompeolas", la preocupante ruina del edificio Rema y la
"mala gestión del Auditórium", que, en su opinión, podría ser un
referente cultural y estético para la ciudad.
Esperamos
que esta denuncia pública y la puesta en marcha de la asociación vecinal se
materialicen pronto. Sin duda, la mayoría de los santanderinos agradecerán esta
iniciativa en favor de la preservación de un lugar tan querido.