Manuel Angel Castañeda dice que la iniciativa del Presidente Sánchez de crear una empresa publica para construir viviendas sociales, es más o menos imposible, y que además fracasara.
Por ejemplo,
“lo que paso en Sevilla con un barrio, el de las tres mil viviendas construidas
para albergar a familias con menos recursos”.
Además,
añadió en su artículo del DM, que existen otras razones, para él, supuesto fracaso
de la propuesta del Gobierno. El exceso de trámites burocráticos, que retrasan
la puesta en marcha de los nuevos proyectos urbanísticos, la falta de mano de
obra, los precios del materiales – menos mal que no dice de los salarios de los
trabajadores – y una supuesta fobia a la construcción de edificios en altura
que generan elevados costes, dificultades que deben tener solución a nada que
se empeñen las diversas administraciones, y sino para que están.
En lo que,
si tiene razón Castañeda, es cuando señala los obstáculos políticos – al menos
de momento – salvo que se resuelvan mediante un acuerdo político de mayoría
parlamentaria – la competencia en materia de vivienda que corresponde a las
comunidades autónomas es un hecho.
En este
punto, es de desear que los políticos empiecen a preocuparse por la
movilización ciudadana, que está empezando a abrir el
camino a las protestas.
Creo que es
la inutilidad y falta de voluntad política de los gobiernos regionales y, en
muchos casos, locales lo que justifica el compromiso del gobierno central con
la construcción de viviendas sociales.
La
gente, especialmente los jóvenes, está cansada de la escasez de
vivienda, del incumplimiento de las garantías constitucionales del derecho
a la vivienda y de tener los precios abusivos, tanto en obra
nueva como en alquiler, algo casi imposible para la mayoría de
la gente. o se especulará con las pocas viviendas sociales que
se han construido, vendiéndolas a precios exagerados cuando fueron
cedidas como recurso social por parte de las administraciones y por supuesto a
los fondos buitres que se pasean con total impunidad apropiándose de viviendas
a nada que se ponen a tiro, especulando sin importarles quienes son sus
inquilinos y/o titulares sometidos a hipotecas imposibles.