1 feb 2025

Vaya semanita, acojonado estaba el presidente Sánchez

Cuando el Partido Popular decidió no apoyar el decreto ómnibus, provocando un gran revuelo al declarar que no apoyarían en ninguna circunstancia. 

Por si fuera poco, Puigdemont también presionando y hablando de dignidad, entre otras cosas más.  

No sé si el presidente Sánchez estaba muy presionado, o si todo este caos le pillo por sorpresa, pero lo que, si ha conseguido al final, ha sido doblarle la mano al PP y a Junts.

El rechazo por parte del Congreso al decreto social, que incluía medidas importantes como las pensiones, las ayudas al transporte, el salario mínimo y muchas otras medidas, causó cierta sorpresa, e incluso cierta confusión, en las filas del gobierno. y una gran parte de la población, que solo el tiempo ha puesto en su sitio.

Que, si troceo el decreto, que si anuncio una crisis convocando con urgencia el consejo de ministros, incluso la anticipación de elecciones y/o cuestión de confianza, me imagino abran pasado por la cabeza al presidente. 

Pues bien, nada de nada, resistencia y más resistencia, que es lo que mejor sabe hacer el presidente, convencido que la ciudadanía, en el peor de los casos, les obligaría a todos, aprobar el decreto de tantísima importancia.   

Una reacción que confundió al PP, por la rapidez con la que Puigdemont abandonó su apelación a la dignidad y su promesa de apoyar la cuestión de confianza que sólo el presidente tiene competencia para hacer, para lograr un ticket de intervención del Congreso.    

Y entretanto, mentiras y engaños por todas las partes.   

Ya sea que Sánchez regalaba un palacete al PNV, que, si se subía el IVA, o que los okupas campearían a sus anchas,  mentiras que en nada han protegido el argumentario del PP y Vox, principales generadores de ellas. Menuda semanita. 

28 ene 2025

Discurso íntegro de la obispa Mariann Edgar Budde que molestó a Trump por pedir “piedad” para los migrantes

 


“Como país, nos hemos reunido esta mañana para rezar por la unidad, no por un acuerdo, político o de otro tipo, sino por el tipo de unidad que fomenta la comunidad por encima de la diversidad y la división. Una unidad que sirva al bien común. La unidad, en este sentido, es un requisito previo para que las personas vivan en libertad y juntas en una sociedad libre. Es la roca sólida, como dijo Jesús, sobre la que construir una nación.

No es conformidad. No es victoria. No es cansancio cortés ni pasividad nacida del agotamiento. La unidad no es partidista. Más bien, la unidad es una forma de estar con los demás que abarca y respeta nuestras diferencias. Nos enseña a considerar las múltiples perspectivas y experiencias vitales como válidas y dignas de respeto. Nos permite, en nuestras comunidades y en las esferas de poder, preocuparnos de verdad los unos por los otros, incluso cuando no estamos de acuerdo.

Quienes en todo el país dedican su vida o se ofrecen como voluntarios para ayudar a los demás en situaciones de catástrofe natural, a menudo con gran riesgo para ellos mismos, nunca preguntan a quienes ayudan por quién votaron en las pasadas elecciones o qué postura mantienen sobre un tema concreto. Lo mejor que podemos hacer es seguir su ejemplo, porque la unidad a veces es sacrificada, como lo es el amor: darnos a nosotros mismos por el bien de los demás.

En su Sermón de la Montaña, Jesús de Nazaret nos exhorta a amar no solo a nuestro prójimo, sino también a nuestros enemigos, a rezar por quienes nos persiguen, a ser misericordiosos como nuestro Dios es misericordioso, a perdonar a los demás como Dios nos perdona a nosotros. Jesús se desvivió por acoger a quienes su sociedad consideraba parias.

Ahora bien, reconozco que la unidad, en este sentido amplio y expansivo, es una aspiración, y es mucho por lo que rezar. Es una gran petición a nuestro Dios, digna de lo mejor de lo que somos y de lo que podemos ser. Pero nuestras oraciones no servirán de mucho si actuamos de forma que ahondemos aún más las divisiones entre nosotros. Las Escrituras son muy claras al respecto: Dios nunca se impresiona con las oraciones cuando las acciones no están informadas por ellas. Dios tampoco nos libra de las consecuencias de nuestros actos, que siempre, al final, importan más que las palabras que rezamos.

Los que estamos aquí reunidos en la catedral no somos ingenuos ante las realidades de la política: cuando están en juego el poder, la riqueza y los intereses contrapuestos, cuando las visiones de lo que debería ser Estados Unidos están en conflicto, cuando hay opiniones firmes en todo un espectro de posibilidades y comprensiones marcadamente diferentes de cuál es el curso de acción correcto. Habrá ganadores y perdedores cuando se emitan votos o se tomen decisiones que marquen el rumbo de la política pública y la priorización de los recursos.

Ni que decir tiene que, en una democracia, no todas las esperanzas y sueños particulares de todo el mundo pueden hacerse realidad en una determinada sesión legislativa o en un mandato presidencial, ni siquiera en una generación. Es decir, no todas las plegarias específicas de todo el mundo tendrán la respuesta que desearíamos. Pero para algunos, la pérdida de sus esperanzas y sueños será mucho más que una derrota política: será una pérdida de igualdad y dignidad, y de sus medios de vida.

Teniendo esto en cuenta, ¿es posible la verdadera unidad entre nosotros? ¿Y por qué debería importarnos? Bueno, espero que nos importe. Espero que nos importe porque la cultura del desprecio que se ha normalizado en este país amenaza con destruirnos. Todos somos bombardeados a diario con mensajes de lo que los sociólogos llaman ahora el “complejo industrial de la indignación”, algunos de ellos impulsados por fuerzas externas cuyos intereses se ven favorecidos por un Estados Unidos polarizado. El desprecio alimenta las campañas políticas y las redes sociales, y muchos se benefician de ello, pero es una forma preocupante y peligrosa de dirigir un país.

Soy una persona de fe, rodeada de personas de fe, y con la ayuda de Dios, creo que la unidad en este país es posible —no perfectamente, porque somos personas imperfectas y una unión imperfecta—, pero sí lo suficiente como para que todos sigamos creyendo en los ideales de los Estados Unidos de América y trabajando para hacerlos realidad. Ideales expresados en la Declaración de Independencia, con su afirmación de la igualdad y la dignidad humanas innatas. Y tenemos razón al pedir la ayuda de Dios en nuestra búsqueda de la unidad, porque necesitamos la ayuda de Dios, pero solo si nosotros mismos estamos dispuestos a cuidar los cimientos de los que depende la unidad. Al igual que la analogía de Jesús de construir una casa de fe sobre la roca de sus enseñanzas, en contraposición a construir una casa sobre arena, los cimientos que necesitamos para la unidad deben ser lo suficientemente sólidos como para resistir las muchas tormentas que la amenazan.

¿Cuáles son los fundamentos de la unidad? Basándome en nuestras tradiciones y textos sagrados, permítanme sugerir que hay al menos tres. El primer fundamento de la unidad es honrar la dignidad inherente a todo ser humano, que, como afirman todas las religiones aquí representadas, es el derecho de nacimiento de todas las personas como hijos de nuestro único Dios. En el discurso público, honrar la dignidad de los demás significa negarse a burlarse, descartar o demonizar a aquellos con los que discrepamos, optando en su lugar por debatir respetuosamente nuestras diferencias y, siempre que sea posible, buscar un terreno común. Y cuando el terreno común no es posible, la dignidad exige que nos mantengamos fieles a nuestras convicciones sin despreciar a quienes tienen convicciones propias.

El segundo fundamento de la unidad es la honestidad, tanto en las conversaciones privadas como en el discurso público. Si no estamos dispuestos a ser sinceros, no sirve de nada rezar por la unidad, porque nuestras acciones van en contra de las propias oraciones. Puede que, durante un tiempo, experimentemos un falso sentimiento de unidad entre algunos, pero no la unidad más sólida y amplia que necesitamos para abordar los retos a los que nos enfrentamos. Ahora bien, para ser justos, no siempre sabemos dónde está la verdad, y ahora hay muchas cosas que van en contra de la verdad. Pero cuando sabemos lo que es cierto, nos corresponde decir la verdad, incluso cuando, especialmente cuando, nos cuesta.

El tercer y último fundamento de la unidad que mencionaré hoy es la humildad, que todos necesitamos porque todos somos seres humanos falibles. Cometemos errores, decimos y hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos, tenemos nuestros puntos ciegos y nuestros prejuicios, y quizá seamos más peligrosos para nosotros mismos y para los demás cuando estamos convencidos sin lugar a dudas de que tenemos toda la razón y de que los demás están totalmente equivocados. Porque entonces estamos a un paso de etiquetarnos como las buenas personas frente a las malas. Y la verdad es que todos somos personas: ambos somos capaces de lo bueno y de lo malo. Como observó astutamente Alexander Solzhenitsyn: “La línea que separa el bien del mal no pasa a través de los Estados, ni entre las clases, ni entre los partidos políticos, sino justo a través de cada corazón humano, a través de todos los corazones humanos”.

Y cuanto más nos demos cuenta de ello, más espacio tendremos en nuestro interior para la humildad y la apertura mutua por encima de nuestras diferencias. Porque, de hecho, nos parecemos más de lo que creemos y nos necesitamos.

Es relativamente fácil rezar por la unidad en ocasiones de gran solemnidad. Es mucho más difícil de conseguir cuando nos enfrentamos a diferencias reales en nuestra vida privada y en el ámbito público. Pero sin unidad, estamos construyendo la casa de nuestra nación sobre arena. Y con un compromiso con la unidad que incorpore la diversidad y trascienda el desacuerdo, y con los sólidos cimientos de dignidad, honestidad y humildad que esa unidad requiere, podemos hacer nuestra parte, en nuestro tiempo, para hacer realidad los ideales y el sueño de América.

Permítanme un último ruego. Señor presidente, millones de personas han depositado su confianza en usted y, como dijo ayer a la nación, ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso. En nombre de nuestro Dios, le pido que se apiade de las personas de nuestro país que ahora tienen miedo. Hay niños gays, lesbianas y transexuales en familias demócratas, republicanas e independientes, algunos de los cuales temen por sus vidas. Y las personas que recogen nuestras cosechas, limpian nuestros edificios de oficinas, trabajan en granjas avícolas y plantas de envasado de carne, lavan los platos después de comer en los restaurantes y trabajan en los turnos de noche en los hospitales: puede que no sean ciudadanos o no tengan la documentación adecuada, pero la gran mayoría de los inmigrantes no son delincuentes. Pagan impuestos y son buenos vecinos. Son fieles miembros de nuestras iglesias, mezquitas, sinagogas, viharas y templos.

Le pido que tenga piedad, Señor presidente, de aquellos en nuestras comunidades cuyos hijos temen que sus padres sean llevados, y que ayude a quienes huyen de zonas de guerra y persecución en sus propias tierras a encontrar compasión y acogida aquí. Nuestro Dios nos enseña que debemos ser misericordiosos con el extranjero, porque todos fuimos extranjeros en esta tierra.

Que Dios nos conceda la fuerza y el valor para honrar la dignidad de todo ser humano, para decirnos la verdad unos a otros con amor, y para caminar humildemente unos con otros y con nuestro Dios por el bien de todas las personas de esta nación y del mundo.

Amén”.

17 ene 2025

El blanco de solera siempre en entredicho

 

José del Bar San Luis me dijo que los vinos Blancos de Solera están muriendo. Que las nuevas generaciones -llamémoslas así- apuesten por las cervezas y los blancos de rueda, entre otras, sin que parezca vean futuro para la solera.

Me niego a aceptarlo. El blanco de mediodía es medicina para la tertulia, es el alterne que rompe el entretiempo de la jornada, entre una mañana ajetreada y la tarde por descubrir.

Es cierto que el blanco de solera es un producto más de consumo para el negocio, y es cierto que su precio es más barato que el ya famoso Rueda, pero quienes lo consumen saben de dónde viene. De las barricas del Bar San Luis, barricas antiguas y cuidadosamente conservadas, en mi caso de cuarenta años. Mientras que otros tipos de vino blanco, a pesar de su magnificencia, se conservan en botellas con nombres que cambian constantemente y a menudo exageradamente fríos.

Y alguna razón debe tener mi amigo Jose, porque cada vez que hablamos del blanco, me recuerdo un fallecido reciente, como si su alterne fuera cosa de viejos e irremediablemente antesala de amigos que se nos van.

Asi que no les extrañe que un día de estos, le pongamos lista a los parroquianos, y hagamos homenaje por ellos y por esa fidelidad al blanco de solera, que tantos años nos ha acompañado.

12 ene 2025

50 años de la muerte del dictador Francisco Franco


Los descendientes de Franco - todos en Vox y en el Partido Popular junto a sus voceros habituales - están decididos a boicotear los eventos que el Gobierno está organizando para conmemorar los 50 años de la muerte del dictador.       

Entre preguntas tendenciosas y comentarios poco graciosos, se busca limpiar la imagen de aquellos que, hijos de la dictadura pasada, han encontrado un lugar político representando los cuarenta años de dolor y odio que sufrieron los, "rojos", como todavía hoy insisten en decir.

Desde mi humilde opinión, responderé a tan importante efemérides sin tanto ruido y mal humor.

50 años son suficientes para enunciar verdades irrefutables, sin temor a eso que llamaron involución, y que tanto preocupó a los "padres de la constitución", entre ellos al ilustre Felipe González, que veremos cómo se comporta en esta iniciativa política de su gobierno socialista.

Que Franco murió en la cama y que la oposición no pudo derrocarle, de ninguna forma puede ser un argumento.  Que la oposición no pudo derrocarle nunca se pudo probar ante la falta de libertades y elecciones libres.

Que yo tenga memoria, la oposición siempre estuvo en el exilio y los pocos - la mayoría sindicalistas - que estaban en España, perseguidos o en la cárcel, esperando que algún adelantado se fuera a Suresnes a recibir el visto bueno para arreglar la "transición". Así, ya me dirán cómo vencer al dictador y sus cómplices que lo tenían todo.

Por eso da un poco de vergüenza escuchar entre antiguos dirigentes del PSOE que esta conmemoración justifica la supervivencia del Presidente Sánchez, al mismo tiempo que justifican de manera disimulada, que es posible gobernar con nacionalistas e independentistas, como siempre hicieron unos y otros, salvo mayorías parlamentarias que se cuentan con los dedos de una mano.

Que el gobierno actual necesita de Franco para legitimarse, es una verdadera tontería. El gobierno tiene su legitimidad en el trabajo realizado y no reconocido por la derecha política y otros socialistas de viejo cuño, empeñados en desvalorizar el buen momento económico, la reducción del desempleo, el aumento SMI, pronto la reducción de la jornada laboral muchas otras cosas, sin olvidar la magnífica labor durante el Covid, más allá de los sinvergüenzas que están saliendo y que espero vayan a la cárcel.

Y no se preocupen los padres de la Constitución que seguro también serán recordados en los actos que se llevarán a cabo por España. Su compromiso con la democracia, el consenso que fue tan efectivo para lograr la Constitución, su mano "izquierda" para una transición pacífica en la que hubiera espacio para todos, incluso abriendo espacios políticos para personajes del franquismo, que todavía hoy campan a su antojo por el país. 

De todo esto, supongo, se querrá hablar en los actos políticos que se van a realizar por España, sobre cómo se heredó el país desde la muerte del dictador, y cómo estamos hoy en día, y sobre todo para que las nuevas generaciones de españoles entiendan que el estado de derecho actual no fue gratuito, que costó construirlo, que se tuvo que enfrentar a los aliados de la dictadura, que hoy están fortalecidos entre Vox y otros en el Partido Popular.

Confío en que la Conmemoración de estos cincuenta años de la muerte de Franco, sirva principalmente para que los jóvenes que no conocieron la historia reciente, la aprendan y valoren adecuadamente, rechazando a aquellos que desde los rumores y los bulos quieren llevarnos a un país en blanco y negro y sin libertades..

7 ene 2025

Cuando el diablo no tiene nada que hacer con el rabo espanta las moscas.


Esto es lo que parece ha vuelto hacer el gobierno de Buruaga, con la propuesta de Ley de Simplificación Administrativa, ineficaz, y de escaso interés para los cántabros. Esta ley se presento como de necesidad “extrema” para ahorrar tiempo en la implementación – por ejemplo, en iniciativas empresariales -, mientras que este supuesto ahorro de tiempo dependía de diferentes áreas administrativas, ayuntamientos, gobierno regional y/o nacional, según el caso, incluso sustituyendo normas que prevalecen sobre esta reforma etc.

Porque ya me dirán, que interés puede tener una norma jurídica que solo pretendía ahorrar papeleo administrativo, para convertirla en un señuelo político, que ayude al gobierno regional a tener algo, que llevar a la agenda de gestión actualmente bastante limitada.

Y como la cosa no tiene mayor interés para la mayoría de los cántabros, más allá del lógico debate parlamentario, se abierto una especie de consulta generalizada para los más importantes cargos sindicales, la ceoe, colegios profesionales – que, por otra parte ya han tenido oportunidad de dar opinión a través de la web del gobierno de Cantabria – pretendiendo llevar al marco de lo “político” lo que debería ser una mera consulta, al Consejo Económico y Social y gestores administrativos, en el mejor de los casos.

En fin, que la norma que presenta el gobierno a debate está cargada de enmiendas y criticas incluso del gabinete jurídico del propio gobierno, pues ya lo resolverá el debate parlamentario.

No entiendo lo que se pretende con tanta consulta, entre sus señorías, pareciese que tienen poca faena los diputados a no ser que se pretenda conseguir apoyos externos y con ello justificar con buenos y malos, un debate parlamentario, que reitero para mi no es mas que una ley que con buen criterio nació para ayudar a la gestión administrativa.

Parece que se aventura más ruido y bronca innecesaria, ahora con la Ley de Simplificación Administrativa.