4 dic 2015

Apartado 13º.- Haciendo memoria “Así empezó todo” Curtidos Pedro Mendicouague


Antigua fabrica Pedro Mendicouage Santander
La revista Cantabria Económica en febrero de 1998, publicaba un amplio reportaje de ocho sociedades industriales, que por una causa o por otra habían pasado a manos de los trabajadores. Entre ellas, Productos Dolomíticos donde se habían cedido las acciones a sus trabajadores, Cunosa donde  los operarios convertidos en acreedores habían instado la quiebra de Magefesa, y con ello quedarse con las dos plantas que tenia el grupo en la región, Trefilería y Derivados en Ramales de la Victoria, Forjas y Aceros de Reinosa, ABB, y Astander  fueron empresas en las que la participación de los trabajadores se hizo notar,  incluso en Sniace los trabajadores de aquel entonces adquirieron un paquete de acciones con la intención de influir en el consejo de administración, y por último, Curtidos Mendicuague, que cerraba la lista de sociedades que por causas diversas estaban condenadas al cierre a no ser por los trabajadores y su empeño en mantenerlas. Y fue precisamente en la empresa familiar Curtidos Mendicouague, donde con el asesoramiento de USO se haría posible que la titularidad pasara a manos de los trabajadores, no sin confrontar duramente con unos empresarios que desconocían el oficio a la postre empresarios de tercera generación.

Mendicougue elaboraba un producto de muy buena calidad fruto de profesionales de contrastada valía,  en la gerencia, dirección técnica, y trabajadores que muchos de ellos desde muy niños habían aprendido en oficio de curtir y tintar pieles en la fábrica de General Dávila de Santander. La  ubicación de la empresa totalmente cercada por viviendas y con un alto nivel de contaminación e impacto ambiental por el curtido de pieles, se vio en la obligación de  trasladarse  al  polígono industrial de Cabezón de la Sal, donde se construyo la nueva fabrica y depuradora que por desgracia pronto entraría en suspensión de pagos y posterior quiebra en apenas dos años.

Unos años antes de tan enorme descalabro, la USO había pasado a formar parte del Comité de Empresa con el compañero José Alonso Revilla. El proyecto de la nueva fabrica de Cabezón de la Sal nos fue presentado como el único posible para la pervivencia de Mendicouague y de sus puestos de trabajo - de forma paralela se recalificaron los terrenos – en definitiva un proyecto de nueva fábrica que requería consumir al menos un año de desempleo de los propios trabajadores.

No importo ningún sacrificio en este orden, colaboramos con la empresa desde el primer día para conseguir la rápida calificación de los terrenos industriales en urbanos y con ello por construir  viviendas, convencidos que con la venta de los mismos no solo se generaban recursos para las nuevas instalaciones sino para que la familia Mendicouague recibía unos muy buenos ingresos extraordinarios.

A esta nueva iniciativa enseguida se arrimaron los jóvenes – jabatos - de la familia que sin experiencia alguna y presumiendo de gestores - de la nada - apartaron a sus mayores que habían hecho posible  un imperio económico del que estaban disfrutando, y como herederos de tercera generación se pusieron a fabricar pieles a destajo.

Recuerda José Alonso Revilla “la puesta en marcha de la fabrica en octubre de 1992 fue espectacular, en apenas dos años la producción se había incrementado en un 66%, alcanzando los 2,35 millones de pies y doblar la plantilla de trabajadores”. Todo hacia presagiar un futuro muy halagüeño, que garantizaba la nueva fabrica preparada para producir 500.000 pies al año, totalmente automatizada, con maquinaria nueva, depuradora de última generación que daba estabilidad en materia de medio ambiente, una fabrica en la que se invirtió unos 360 millones de las antiguas pesetas, vamos, “todo un lujo del que se sentían orgullosos los trabajadores a pesar de tener que desplazarse unos 40 kilómetros todos los días, no importaba estaban seguros de que allí se iban a jubilar, y que el esfuerzo merecía la pena.

Pero esa espectacularidad en la producción fue precisamente uno de los detonantes para la crisis, y posterior quiebra, la mala gestión y la falta de entendimiento entre los accionistas – todos de la familia – que unido a la falta de oficio de sus gestores, provocaría que en Diciembre de 1995 se confirmara la suspensión de pagos.

A esa fecha más de la mitad de la plantilla ya estaba en el paro, consumiendo el escaso desempleo que les quedaba, y la empresa, con una lista de acreedores donde predominaba Caja Cantabria, Hacienda y Seguridad Social, sin un Plan de Viabilidad que pusiera orden a los temas económicos y de producción, en claro enfrentamiento entre los accionistas, en definitiva un barco a la derivada que necesitaba de un patrón que pusiera orden en el rumbo, y resolviera un pasivo de - 1.026.363.260 millones de las antiguas pesetas.

Javier Eraso
En ese orden, lo primero que los trabajadores reclamaron, fue la vuelta de la dirección y los técnicos anteriores, ellos habían demostrado durante muchos años, que sabían gestionar bien la empresa, pero basta que lo pidieran los trabajadores, para que se hiciera precisamente lo contrario, recuerdo que Pedro Presa, Gerente por aquel entonces me dijo que “desde cuando los trabajadores deciden en las empresas”, esta frase fue el presagio de un final muy triste y conflictivo.

La maquinaria jurídica se puso rápidamente en funcionamiento, se nombraron los interventores judiciales y comenzaron las negociaciones entre la empresa y los acreedores, negociaciones que paralelamente fueron también realizadas por el Comité de Empresa que en todos los casos se hacia acompañar de los trabajadores, como medida de presión, “teníamos en nuestras manos una fabrica totalmente nueva, por lo tanto nos jugamos mucho como para dejarlo en manos de estos inútiles”.

Paralelamente a estas reuniones, los trabajadores asesorados por la USO, iniciaron las movilizaciones que comenzaron en marzo de 1996, con un encierro en las instalaciones de la empresa como medida de presiono para que afianzaran el pasivo ante el Juzgado de Torrelavega y entrar en la insolvencia provisional que hiciera posible un acuerdo con Caja Cantabria a quien se le entrego importantes activos inmobiliarios que la familia tenía en Madrid, Barcelona y Santander.

 Por aquel entonces la fabrica estaba sin producción, los trabajadores acudían diariamente a las instalaciones con el fin de mantener la presión y la denuncia pública, a la vez que se comenzaba a mirar a la Consejería de Industria a través de Sodercan, como solución a la crisis y sobremanera para pedir su colaboración económica de 100 millones de pesetas, para poner en marcha la instalación y realizar el primer aprovisionamiento de pieles.

Sodercan a través de su presidente Javier Eraso, tenía muchas dudas sobre financiación y más si era gestionada por Pedro Presa. Recuerdo unas declaraciones de prensa que dejaba claro la falta de profesionalidad en la gestión “la empresa ha perdido 120 millones de pesetas en un año trabajando a maquila algo realmente difícil entender cuando solo ponía la mano de obra”. Con esta frase dejaba resuelta la posición de la administración que nunca concedió la ayuda, hasta que se produjo la disolución de la sociedad y la creación de una nueva.

Esta posición radical de Sodercan, coincidente con la de Caja Cantabria, provoco que el Comité de Empresa con el asesoramiento del sindicato diera un paso hacia delante, se trataba de buscar los recursos para competir en la subasta de la maquinaria, y posteriormente la del conjunto de la fábrica, objetivo difícil para los trabajadores, al solo contar con las indemnizaciones de los despidos y algunas cantidades de salarios pendientes de pago, mientras que la propia empresa concurría a través de sociedades y personas superpuestas.

Y sin abandonar el encierro en las instalaciones de la fabrica los trabajadores alcanzaron un acuerdo con el Banco Exterior de España, quien había manifestado su interés en competir en la subasta de las instalaciones para ello los trabajadores depositaron en una cuenta especial, los cuarenta millones de sus indemnizaciones por despido para que conjuntamente con los veinte de puja que el BEX tenia de crédito, se pudiera quedar el banco con la empresa y posteriormente entregársela a los trabajadores a través de un nuevo proyecto industrial Curtidos Cantabria SAL que ya habíamos elaborado y contaba con el visto bueno de la administración y las otras entidades bancaria.

Recuerdo que el día anterior una empresa de estas muertas que solo se activan para hacer negocios raros, se persono en el juzgado haciendo el depósito sobre la cantidad que se adeudaba al BEX, y por lo tanto dispuesta a concurrir en el subasta del día siguiente. En apenas una tarde pudimos descubrir que Lamswin Internacional, era una empresa fantasma con una sede social en Madrid que estaba cerrada y que solo se había activado para concurrían en nombre de Mendicouague como tapadera.

La USO descubrió la trampa pero no pudo evitar su concurrencia en la subasta del 11 de septiembre de 1997, representada por un letrado que horas antes ya se encontraba en el juzgado,  pudo concurrir y hacer una puja superior a los sesenta millones que habíamos pactado entre los trabajadores, Caja Cantabria y el BEX, aquí tengo que reconocer que  el apoderado del banco se porto como un caballero, conocía de las necesidades de los trabajadores y todavía jugándosela por su cuenta pujo con cinco millones más de lo pactado, pero por desgracia no fue suficiente, y así una entidad tapadera la del consejero delegado Pedro Presa se hizo de los activos de Mendicouague, por un millón de pesetas de diferencia.

Pero cuando las cosas no son hechas desde la legalidad, casi siempre salen mal y el sindicato pudo descubrir la vinculación de esta entidad fantasma con una importante empresa del sector ubicada en Vitoria Juan Alonso e Hijos, dedicada al curtido a la que pudimos no solo localizar sino anunciarla la imputación de un fraude por su intervención, provocando de inmediato una visita a sus oficinas centrales en Vitoria donde quedo todo perfectamente aclarado, retirando su puja y haciendo posible que los trabajadores se quedaran con las instalaciones y maquinaria.

Ahora se trataba de convencer a Sodercan que nuestro plan de viabilidad, el de una Sociedad Laboral tenia futuro, para ello los trabajadores habían puesto cada uno tres millones de pesetas - en la mayoría de los casos hipotecando su vivienda -  y después de una revisión minuciosa por parte de los técnicos, y posterior aprobación del Consejo de Administración de Sodercan, se pudo dar la tan ansiada ayuda económica de 125 millones destinados exclusivamente a la compra de pieles y a la puesta en marcha de las instalaciones.


Y lo conseguimos, la USO y los trabajadores codo a codo logramos la recuperación de una empresa que nunca debió pasar por los avatares que paso, que nunca debió quedar en manos de personas inexpertas por muy herederos que fueran de Doña María Mendicouague y que sirvió de transito para que la mayoría de los trabajadores alcanzasen la edad de jubilación.

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