28 feb 2015

El día después. Que no quiebre la esperanza de Grecia ni la de Europa


Por Manuel Zaguirre Ex Secretario General de la USO.

Ganó SIRYZA aunque no por mayoría absoluta; le faltaron apenas dos escaños. No tendrá especiales dificultades para encontrarlos entre las diversas minorías que han obtenido escaños.

Sólo un golpe de Estado cruento podría evitar que Alexis Tsipras sea primer ministro y forme gobierno. Pero no hay caso. Del último golpe militar en Grecia hace ya casi 50 años. Fue horroroso en represión, torturas y muertes, también en heroísmo resistente. Cuando reconquistaron la Democracia, al inicio de los 70, el golpe militar le costó la vida a la monarquía y el exilio por apestoso fascista al rey Constantino, hermano de la anterior reina de España. Pero, insisto, hoy no hay caso; los golpes de Estado los dan de otra manera manos blancas y elegantes, que hablan inglés a la perfección y saben de economía, mercados y ratios financieras más que nadie en este mundo…

Sorprende el hundimiento del socialismo democrático, del PASOK (sorprende por decir algo; estaba cantado por su torpe y errática gestión de la crisis), incluido un grupúsculo fundado hace poco por Papandreus, que no obtuvo representación parlamentaria. Alegra que los nazis hayan bajado algo y que su presencia parlamentaria no tenga ninguna relevancia. Al igual que los comunistas, cuyo sectarismo les aleja casi por completo de la dura realidad social griega.

Hoy es el día después, 26 de Enero del 2015. Pero nadie lo diría aquí. El paisaje urbano y humano del centro de Atenas ni se inmutó (prefiero no pensar en la Grecia profunda, alejada, olvidada del todo). Sigue ahí la devastación de edificios y comercios cerrados o abandonados; la gente se agolpa en los quioscos y lee gratis las primeras páginas (no es tan fácil comprar un ejemplar de periódico, cuesta lo que en Paris o Madrid); un café con leche en la barra de cualquier bareto de la calle Atynas vale 2,70 euros, 1,70 un croisant, 3 un vaso de zumo de naranja (¡!): los abundantes establecimientos de loterías y todo tipo de rifas y bingos instantáneos están concurridísimos de gente que echa un discurso con su solo aspecto y su mirada; muchos hombres, muchos, fuman en silencio, sentados, con los codos sobre las rodillas y sin mirada donde mirar siquiera…

Desde la Plaza Monastyriki, alzando levemente la vista, se pueden ver, omnipresentes, la colina de la Acrópolis y el Partenon, iluminados por el sol mañanero, y recordando a todos que son el símbolo indestructible de la grandeza y la esperanza que fue  y ha de volver a ser Grecia y, de paso, que son los fundamentos civilizatorios de Europa…

SIRYZA, Tsipras y sus aliados socio-políticos y parlamentarios, no lo van a tener fácil. Esperanzas, dificultades e incertidumbres se reparten el destino de Grecia a partes iguales. Pero saben lo que quieren y deben hacer, por eso ganaron con amplia mayoría:
  • Rescatar a la tercera parte larga de las clases populares griegas de un sufrimiento insoportable hace ya mucho tiempo, de tasas de paro, precariedad, explotación, pobreza, miseria, pérdida de vivienda y servicios básicos como no se recuerdan…

  • Activar el crecimiento económico, la inversión productiva, el impulso público, el empleo…

  • Reconstruir los servicios sociales esenciales.

  • Combatir el fraude fiscal y la evasión monstruosa, una de las especialidades de lo que aquí llaman “los oligarcas” y que otros llamamos los muy ricos y poderosos, incluidos un buen puñado de especuladores y delincuentes.

  • Renegociar la deuda que asfixia a la mayoría social de Grecia y que actúa como peso muerto contra el crecimiento y la recuperación de la dignidad, el bienestar y una básica justicia social entre los griegos.

El último punto, el de la deuda, (175% del PIB griego) es vital para abordar con éxito los otros cuatro. Y ahí, la responsabilidad de la Unión Europea, y de Alemania muy especialmente como locomotora implacable y torpe de la Unión, son insoslayables.

Tienen algunos la tentación manifiesta de expulsar a Grecia del euro y, en consecuencia, de la Union. Sería el inicio de la fascistización moral de Europa y, muy probablemente también, de su quiebra monetaria y financiera por efecto dominó.

Afortunadamente, otros saben que debe imponer el sentido común y la grandeza histórica en el Norte de la Unión y clausurar de una vez el austericidio salvaje, egoísta e injusto, al que someten a Grecia y al conjunto del Sur. Y negociar una solución y una condonación substancial de una deuda, la griega y otras, que so se puede y no hay  con que pagarla y que, además, las clases trabajadoras y  populares de Grecia ni contrajeron ni disfrutaron cabalmente. Con lo cual, a negociar; porque no siempre van a ganar los usureros para que siempre pierdan sus inocentes víctimas… Y el universo político, sindical e institucional, a engrasar esa negociación al lado de los débiles y no a encubrir servilmente la usura.

Ese es el horizonte, el reto, el desafío, la esperanza, la única salida a ese laberinto  siniestro en que está inmersa la Unión Europea (sí, la Unión, no sólo Grecia o éste o aquel otro país). Por eso, el primer ministro Alexis Tsipras y el gobierno que va a presidir deben tener garantizadas la solidaridad activa de todos los sectores progresistas, humanistas y democráticos de la Unión, del Sur muy en especial.

Su éxito, el de toda Grecia, será el nuestro si lo merecemos, y debiera contribuir a reemprender el camino histórico de la Europa Social y Solidaria, de la Europa realmente democrática y soberana, de la Europa que no puede renunciar a sus fundamentos de civilización y cultura, y ellos se llaman Grecia en muy buena medida… aunque no sólo, claro está.

Esta tarde regreso a España. Me llevo estos días en Grecia en la memoria emocional y existencial de un viejo militante que cree que vivir para contarlo fue ya un gran triunfo. Y el afecto y la amistad a cultivar y hacer crecer de, entre otros, el Doctor Nickolas Karvounis que, con toda seguridad, es ya diputado electo por SIRYZA …

13 feb 2015

La movilización social, un derecho de todos y para todo.


Al amparo de lo público se cometen muchas injusticias, incluso, negocios privados de los que se lucran los amigos del poder, no siempre legítimos o suficientemente justificados. Para resolver estos atropellos, siempre nos queda la justicia que en un estado democrático es el que pone orden, aunque en muchas ocasiones no sea a gusto de todos.
Frente a estas situaciones, esta mas que legitimada la protesta colectiva, - con la movilización en la calle - sin que en ella, se puedan ver retrocesos a derechos democráticos y ciudadanos.
La discrepancia siempre es sana, del contraste en las ideas siempre salen propuestas que con mayor o menor consenso, suelen ser aceptadas por los ciudadanos, sin que a estos se les deba restringir su derecho a mantener la posición critica, siempre dentro del orden democrático.
En nuestro país cuando votamos lo hacemos a un partido político, quien previamente ha colocado a su antojo una lista de candidatos por orden de su interés - haber hasta cuando - por lo que el ciudadano lejos de identificarse personalmente con el político de turno, lo hace con el partido, y sus decisiones presentes y futuras,  lo que al menos, hace posible para los que no les votaron,  puedan conservar el derecho intacto a la discrepancia.
Hace unos días leía en el DM que se estaba generalizando un " clima de individualismo creciente, y que el sentimiento solidario quedaba aletargado, incluso que algunas defensas de lo propio frente a lo común se disfrazaban de coartadas humanitarias o ambientalistas”. Se estaba refiriendo a las movilizaciones y protestas de la Senda Peatonal entre el Faro y la Virgen del Mar, a la licencia del teleférico de Cabarceno y la expropiación de la casa tapón en la Vaguada de las Llamas, tres problemas que justificaban según el autor, el apego insolidario frente al bien común.
Y a mí, me parece un poco exagerado ese forma de ver las cosas y mucho mas, cuando la crítica se dirigía a los movientos de izquierda, a quienes se les hacía responsable de todo, incluso de "frenar inversiones de la iniciativa privada" en Cantabria, exagerado porque las protestas, que yo sepa, se están haciendo sobre decisiones unilateralmente tomadas, sin dialogo previo y contraste de opiniones.
La senda peatonal la quieren todos pero no la actualmente diseñada, la señora Amparo quiere que se la respeten sus derechos y se la trate económicamente mejor, y el pueblo de Penagos no quiere verse perjudicado en sus intereses por un negocio privado sin una compensación suficiente.
Entonces ? donde está el egoísmo y las malvadas estrategias de los movimientos de izquierda, donde la insolidaridad para con los ciudadanos?.
En Cantabria, como en el resto de España se están abriendo nuevas forma de hacer política, están promocionándose nuevos movimientos ciudadanos que hartos de ver a los partidos políticos y a muchos de sus dirigentes, hacer las cosas al margen del dialogo, amparándose en la patente de corso que les dio un día de votación - por no decir hartos de tanta corrupción -  están toman la calle para decir basta y organizarse de cara a las próximas elecciones políticas, ciudadanos, que frente a tanta injusticia solo encuentran respuesta en la movilización, como paso previo a la recuperación de lo público para ellos.
Si se están haciendo cambios en la gestión de lo público, si se aprueban normas para informar sobre los recursos económicos del estado, si se va conociendo el enriquecimiento de muchos políticos a costa del dinero de todos, si las entidades bancarias empiezan a entender que los desahucios no son la única alternativa, si los jueces cada día, están dictando mas sentencias con mayor sensibilidad humana, o si los partidos políticos empiezan a preocuparse porque ya no se sienten legitimados, ni tan siquiera, por sus votantes más fieles, es precisamente por estos movientos ciudadanos, que como respuesta directa hasta la fecha lo único que han recibido es la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana, que el Partido Popular acaba de aprobar en el Parlamento Nacional una ley que seguro será enmendada a golpe de sentencias judiciales y de mucho sufrimiento para los ciudadanos en su aplicación.
El derecho a la protesta, no debería quedar limitado. Los ciudadanos saben muy bien que cuando los miembros de la Plataforma Anti - desahucios se ponen frente a un domicilio para evitar  el alzamiento tienen la razón, cuando las mareas por la sanidad educación, etc. se movilizan, es porque están defendiendo los servicios públicos para sus legítimos dueños los ciudadanos, cuando se pide una nueva senda para el litoral de cabo mayor, es porque lo planeado es una chapuza medioambiental, en toda regla que no defiende nadie.
Y no se trata de mirarse el ombligo, para que no se hagan cosas a favor de la colectividad, se trata de que cuando se tomen iniciativas por parte de los “gestores de lo público” antes, se cuente con los ciudadanos y sus organizaciones sociales y sobretodo se respete el derecho a la discrepancia porque solo así, las medidas a tomar tendrán el consenso suficiente para hacerlas.