29 jun 2015

Apartado 2º.- Haciendo memoria “Así empezó todo”, Democracia, libertad deseada

El camino que abrió la democracia en el movimiento sindical no estuvo exento de dificultades, los debates, que muchas veces parecían surgir de la nada, fueron el territorio para el aprendizaje de una cultura política y asociativa que hasta entonces no había tenido espacio alguno, debates interminables e inútiles en demasiadas ocasiones, centrados en los procedimientos – qué hacer y cómo – que nos hacían perder la perspectiva de lo importante e inmediato
En esta tarea fue importantísimo saber que estábamos acompañados por personas de contrastada valía y que lo habían dado todo por esa libertad que empezábamos a disfrutar. Ellos, nos mostraron el camino limpio de la democracia y la participación, a quienes no teníamos en aquel instante más bagaje que nuestra ilusión por acompañarles.

Lideres reconocidos por sus vecinos, que habían estado en la pelea diaria, y que no estaban en el escaparate político regional, trabajadores que habían sabido enfrentarse a situaciones extremas siendo conscientes de lo que les podía pasar, líderes que impartían formación política, desde el ejemplo personal, los que con motivo de la huelga se ponían al frente, los que contaban que no había que vivir de rodillas, e hicieron de la militancia social su compromiso en muchos casos cristiano.  

Hacer una relación sería bastante injusta para muchas personas que desde el movimiento obrero potenciaron importantes movilizaciones y huelgas, en Maliaño, Torrelavega, Reinosa, Los Corrales de Buelna, Santander, en todas ellas hubo compañeros que en muchos casos sacrificaron su empleo y con ello el bienestar de su familia, que fueron detenidos, maltratados y juzgados por el Tribunal de Orden Publico, a ellos me estoy refiriendo, entregados y ejemplo para quienes tuvimos el gusto de sucederles.


Mi camino, estoy convencido ya estaba marcado hacia el sindicalismo, de una familia de izquierdas capitaneada por mi padre Rufino, no se podía esperar otra cosa.

Quizá de toda la familia yo fui el mas “rebelde” por llamarlo de alguna forma, al que le dio por la militancia social más activa. Mis convenciones cristianas, el conocimiento con detalle de la realidad social, la apertura asociativa que a todos los niveles se abría en España, la estrenada cultura política agrupada en los partidos y en el voto libre y secreto, pero sobretodo, el nuevo espacio sindical, vertebrado por las organizaciones sindicales clandestinas sin duda, ayudaron a ello.

Todo esto no podía sino llevarme al sindicalismo, a ser un sindicalista vocacional, no  un sindicalista de nuevo cuño, de estos que hacen de su actividad una profesión exclusivamente sin el menor escrúpulo de pactar, y en muchos casos vender de forma exagerada derechos de los trabajadores a cambio de nada.

Permitirme este momento que reivindique al sindicalista, y hacerlo ahora que esta bajo mínimos su crédito social, ser sindicalista nunca fue fácil y mucho menos por el tiempo al que me estoy refiriendo, éramos militantes al servicio de una causa y a ella entregábamos todo incluso en bienestar de nuestras familias, por eso me da mucha rabia cuando se generaliza en todos los sindicatos y sindicalistas los malos ejemplos, de los malos sindicalistas por llamarlos de alguna forma.

Es imposible ser sindicalista hoy, igual que ayer, si no tienes un componente de moralidad y de capacidad de servicio  a favor de los trabajadores perfectamente contrastado y reconocido por ellos, de poco sirve ser muy eficaz en la gestión, sino lo acompañas de compromiso social, pero de compromiso social para con el mas débil, para con el que mas te necesita.

Hoy la inmensa mayoría de los sindicalistas no ven más allá del convenio colectivo de su empresa, la solidaridad, la concepción de clase trabajadora, la defensa de los derechos sociales frente a las agresiones y no solo del empresariado, sino también de las administraciones, la lucha por la manipulación de la libertad, evitando el confinamiento de la democracia al ejercicio del voto periódico, entre otras muchas cosas, les suena muy lejano.

Por eso me permito reivindicar al sindicalista, y hacerlo sin añoranza alguna, soy consciente que encontrar a un sindicalista de verdad, no es tarea fácil, a los sindicatos les cuesta mucho encontrar compañeros que les apasione la militancia, pero cuando encuentras algún joven que apuesta por ello, lo primero expresarle estos valores, y segundo convencerle que gracias a ellos se puede convertir en “líder” de quien poderse fiar.


Y todo esto ocurría a mediados de los años setenta, en los que Cantabria, sentía la crisis industrial que de forma generalizada afectaba a España, la dependencia directa de nuestra economía de las fluctuaciones nacionales, golpeaba de forma directa en nuestra región. Más de cuatrocientas empresas se veían afectadas por cierres o procesos de reconversión industrial que al final provocaron la pérdida de más de catorce mil puestos de trabajo.

Por aquel entonces la palabra mágica para los sindicatos en todas sus movilizaciones era ZUR, Zona de Urgente Reindustrialización, con ellas, el gobierno central intentaba recuperar el sector industrial destruido, con importantes inversiones. Cantabria, no tuvo la suerte de ser considerada una de ellas, y ello a pesar de las fuertes movilizaciones que se llevaron a cabo por los sindicatos, unos más que otros, porque hay que recordar, entonces gobernaban los socialistas, y la UGT tenía algunas contradicciones entre apoyar la movilización o callar para no agredir a su gobierno hermano.

Empresas como Nueva Montaña Quijano, Femsa, Astilleros de Santander, Corcho, Standard Eléctrica, entre otras fueron testigos de esta situación, sobre ellas se cebo la crisis, perdiendo muchos puestos de trabajo y recortando salarios entre otros derechos laborales.

Que Cantabria era merecedora de una ZUR no cabe ninguna duda, basta comparar la situación de la industria actual y establecer cierta comparación – salvando las distancias - con la que tenia nuestra región, entre los años 1975 y 1985, para comprobar la pérdida de un sector industrial que siempre la caracterizo.

En estas movilizaciones participaba la recién estrenada USO, principalmente compañeros de Torrelavega, que veían en sus empresas con mayor crudeza la reconversión industrial, de Sniace, Firestone, Solvay, Talleres Obregón, Montajes Basauri, Landaluce, entre otras, que recortaron plantilla o se cerraron, mientras que el gobierno central lo mas que otorgo a Cantabria fue una pobre Zona de Preferente Localización Industrial para el sector agroalimentario, y alguna que otra ayuda económica que de forma generalizada se otorgaban en España, a sectores como el siderúrgico, la gama blanca, la construcción naval, ayudas que en la mayoría de los casos sirvieron para pagar despidos no para crear puestos de trabajo alternativos. Eran años de confrontación con el gobierno central que en el caso de la comarca del Besaya, se cebo también cerrado las clínicas privadas de El Carmen, Cruz Roja y la Clínica Alba.

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