La marea vecinal de Santander ha dicho “basta” al modelo de ciudad que, según denuncian, la alcaldesa Gema Igual y su equipo están imponiendo sin diálogo ni participación ciudadana. Con esta contundencia,numerosas asociaciones de vecinos han anunciado una campaña de movilizaciones y denuncias, que ya ha comenzado a tomar forma con dos conflictos recientes, el intento municipal de habilitar un aparcamiento de autocaravanas en Mataleñas, y la instalación de un McDonald’s en Puerto Chico, que los vecinos consideran incompatible con el compromiso previo de respetar la identidad histórica de La Plazuca del Pescado durante la rehabilitación del mercado.
No es la
primera vez que el movimiento vecinal se une ante decisiones municipales que
afectan de lleno al urbanismo y al turismo. Las asociaciones lamentan enterarse
por la prensa de proyectos que transforman sus barrios, cuando —recuerdan—
tienen derecho a ser informadas y consultadas antes de que los hechos estén
consumados.
A ello se
suma una lista cada vez más larga de quejas que los vecinos consideran
olvidadas: problemas de limpieza en los barrios, presencia de ratas,
inundaciones recurrentes con lluvias moderadas, desigualdades en el trato entre
zonas de la ciudad o los desencuentros del Ayuntamiento con otras
administraciones por asuntos como La Horadada, La Remonta o los Galeones de
Vital Alsar. Todo ello conforma un panorama de asuntos sin resolver que, a
juicio de los vecinos, requieren consenso político y participación ciudadana
real.
El
sentimiento de abandono también se acentúa en lugares como el Cabildo de Arriba
o el Sardinero, donde el paso del tiempo no trae soluciones, sino actuaciones
puntuales que, según denuncian los residentes, no abordan los problemas
estructurales: un derribo aislado, una mano de pintura en una verja… y poco
más.
Resulta
llamativo que un movimiento ciudadano que durante décadas fue ejemplo de
participación activa en el Ayuntamiento, hoy se vea obligado a recurrir a la
movilización para hacerse escuchar. Las asociaciones señalan otras ciudades
—como Barcelona— como ejemplo de que es posible gobernar teniendo en cuenta la
opinión de los vecinos en materias tan decisivas como las viviendas turísticas,
la movilidad, el urbanismo, el espacio público o las terrazas.
Comparto
plenamente la reivindicación de estas asociaciones: esta movilización no nace
de intereses partidistas, sino del deseo legítimo de que los barrios y sus
habitantes tengan voz. Los partidos —también los de la oposición— deben atender
ese clamor ciudadano. Pero es la alcaldesa Gema Igual, y el Partido Popular
tras tantos años en el gobierno municipal, quienes más deben garantizar que
Santander no se gobierne de espaldas a los santanderinos.

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