Pablo Coto Millan |
Hay
personas que aún presumen de dejarse llevar por sus emociones como lo más puro
y auténtico y eso me subleva sobremanera.
Argüiré
con algo de historia de la humanidad y lo ilustraré con un hipotético diálogo
entre un maestro y su discípulo.
Al
principio de la humanidad las necesidades fisiológicas eran las primordiales en
todo ser humano. ¡Era lógico!. Se hacía necesario subsistir en un medio natural
difícil de caza y recolección. Con el tiempo, la aparición de la agricultura y
las herramientas hubo un salto cuántico a unas necesidades de espiritualidad
que fueron subyugadas bajo las religiones en un oscurantismo medieval
científico y en una sustitución de las necesidades fisiológicas por las no
terrenales. Con la llegada de la revolución industrial la humanidad fue dando
un salto cuántico hacia necesidades emocionales. Hoy descubrimos nuevas teorías
sobre las necesidades humanas. Desde hace unos meses estoy estudiando la Teoría
Cuántica y sus implicaciones para una nueva visión de la realidad. Hace ya más
de treinta años comencé a investigar sobre la Teoría del Caos y la
Complejidad con sus aplicaciones a las
Ciencias Sociales. Estoy descubriendo que el mensaje de ambas teorías es muy
similar en muchos aspectos. Por ejemplo, el principio de incertidumbre de
Heisenberg está en los modelos de la Teoría del Caos aplicados a la Física y a
las Ciencias Sociales y es esencial en
la Teoría Cuántica.
Aplicadas
estas teorías al comportamiento humano nadie debería de presumir ni de dejarse
llevar por uno u otro tipo de necesidades y olvidar el resto pues todas hacen
la unicidad de la felicidad.
Lo
ilustraré a modo de diálogo:
El
aprendiz le pregunta al maestro: ¿Qué es la felicidad?
El
maestro le responde: Reflexiona y descubre con tu pensamiento algunas
cuestiones de interés sobre la utilidad y la necesidad de las cosas.
El
aprendiz después de mucho reflexionar le dice al maestro: La felicidad reside
en satisfacer las necesidades fisiológicas.
El
maestro dice: Reflexiona más. No somos meros animales.
El
aprendiz reflexiona días y por fin le responde: La felicidad reside en seguir
el dictado de nuestras emociones como las proporcionadas por el amor, la
amistad y la generosidad.
El
maestro enojado mira al aprendiz y replica: ¿Sólo existen emociones positivas y
que ocurre con el odio, la enemistad y el egoismo?.
El
aprendiz pasa semanas meditando y por fin le dice al maestro: Lo he encontrado.
La felicidad reside en descubrir el conocimiento racional y a partir de él los
fundamentos que han de regir nuestra vida.
El
maestro esboza una sonrisa y el dice al aprendiz. Reflexiona más y vuelve
cuando hayas encontrado la respuesta.
Un
año y cuatro meses después el aprendiz volvíó y le dijo al maestro: La respuesta
está en la unicidad de todo. Las necesidades fisiológicas, las emociones y el
conocimiento racional proporcionan una realidad única de nuestra
existencia que nos permiten trascender
hacia las necesidades superiores, ser nosotros mismos plenamente y encontrar la
felicidad y el sentido de nuestra existencia.
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