13 dic 2016

Medio Siglo de la Huelga de Bandas

Por Manuel Zaguirre  Ex Secretario General de la USO. Militante PSC. 
  
Yo entré en la USO (Unión Sindical Obrera), en Catalunya, a primeros de Octubre de 1967, con casi un año previo de observación y maceración de parte de mis mayores ya militantes. Tenía recién estrenados mis 20 años.

Una de las primeras tareas que me encomendaron fue vender un librito que se había editado en el  extranjero y circulaba clandestinamente en España. El libro, me dijeron, se vendía a 50 pesetas  (0,30 euros) y lo que se recogiera iba destinado a ayudar a familias que habían sufrido represión y despidos en un pueblo cerca de Bilbao.

Yo me lié a vender libros de aquellos en mi empresa, en el barrio, en la familia, sin reparar mucho en su contenido que, por otra parte, venía recogido en la portada del mismo: “Nuestra Huelga, 30 Noviembre 1966 a 15 Mayo 1967, 163 días de lucha obrera contra el capitalismo fascista del Estado Español. Trabajadores de Laminación de Bandas Echévarri”.  El gran pintor vizcaino Agustín Ibarrola regaló un grabado metafórico de la huelga, un enorme monolito –la dictadura y el capitalismo omnipotentes- que lo rodeaban por abajo infinidad de diminutos seres humanos… que era el motivo gráfico de la portada.

Lo que yo vendía por solidaridad a 50 pesetas era la crónica apasionada, anónima, clandestina, de la mayor huelga que se hizo en la dictadura franquista, contra ella y contra aquel capitalismo que era su mayor beneficiario. Fueron casi 800 trabajadores que protagonizaron aquella gesta heroica, metalúrgicos de una pequeña siderurgia a pocos kilómetros de Bilbao, En aquella época, en aquella Vizcaya, una empresa de 800 trabajadores era poco menos que una “pyme” en comparación con las grandes factorías siderúrgicas o con los astilleros que ocupaban a decenas y decenas de miles de ellos.

Estos días se han cumplido 50 años del inicio de aquella huelga inolvidable y, dolorosamente, nadie se ha hecho eco de aquella gesta. Valgan estas líneas para ello.

Para que se hagan idea de lo que hablamos, la huelga estaba radicalmente prohibida y podía ser castigado su ejercicio como “delito de lesa patria”. Resistir durante seis meses fuera y contra la legalidad perversa de un Estado policiaco y represor omnipotente, da idea de la dureza de las condiciones de vida y trabajo y de las ansias de libertad que vivía la gente. Obviamente, esa resistencia no hubiera sido posible sólo para los 800 trabajadores de “Bandas”. Hubo un movimiento de solidaridad imponente en Vizcaya, en Guipúzcoa, en muchos puntos de España con presencia fuerte del Movimiento Obrero. Solidaridad con “Bandas” que, en el País Vasco sobre todo, se veía reforzada por el gran éxito de los grupos sindicales clandestinos en las recientes elecciones sindicales legales de 1966. El presidente del sindicato del metal legal de Vizcaya, Antonio Prado, era de la USO. En Guipúzcoa, el presidente y vicepresidente del sindicato del metal, Arrázola y Susperregui, eran ambos de la USO también… Por supuesto, la mayoría de representantes sindicales electos en “Bandas” en 1966 eran de la USO… Nunca una táctica de utilización de la limitada legalidad sindical disponible resultó tan inteligente y exitosa.

Obviamente, la huelga se perdió. Para ganarla habría que haber tumbado a la dictadura y eso era mucho pedirle a los 800 de ”Bandas” y a los miles y miles que les brindamos apoyo generoso. A la resistencia, la combatividad, las penurias de todo tipo de las familias huelguistas (mención de honor al coraje y firmeza de las mujeres en lucha), la solidaridad ejemplar y sostenida… se oponía la fuerza bruta y brutal de la represión policial, patronal, judicial, del silencio mediático más absoluto, de una dictadura de Franco pletórica de fuerza y reconocimiento internacional  Y un 15 de Mayo de 1967, en plena primavera, los trabajadores de “Laminación de Bandas en Frío” de Echévarri volvieron al trabajo. Por el duro y heroico camino de la huelga se habían quedado casi 300 de los 800, entre despedidos, encarcelados, deportados, apaleados en comisarías y cuartelillos, amén de un gran número de represaliados de otras empresas activas en su solidaridad … Un duro tributo. Es hora también de recordar a una de las personas más decentes que yo traté en mi vida militante, defensor de los trabajadores de “Bandas” ante los tribunales franquistas, Don Joaquín Ruiz-Gimenez, que en paz descanse. Un demócrata-cristiano auténtico y que, en cierto modo, reflejaba el apoyo resuelto de la Iglesia vizcaína a la lucha de los de “Bandas”.

Con el paso de los años, ya en Democracia, pude tratar esporádicamente a algunos de aquellos militantes míticos. Para mí, la sola existencia de gente de ese valor humano reforzaba mi propio compromiso y lealtad a la causa del Trabajo y la Justicia … Muchos años después, en 1999, en un ejercicio inolvidable de recuperación de la memoria histórica, reunimos a 7 u 8 compañeros, ya muy mayores, que habían sido represaliados en “Bandas”, en una mesa redonda en la sede de la USO en Basauri, muy cerca de Echévarri … En 50 años de militancia uno ha vivido mucho, pero la emoción, la sencillez, la humildad de aquellos hombres, regalándonos su memoria de una de las gestas más grandes del Movimiento Obrero contra el franquismo, es una de las vivencias más intensas. Inolvidable el compañero Nicéforo González que, más de treinta años después de aquella lucha, no quiso desvelar el secreto de dónde ocultaba la multicopista clandestina –obsesión de la policía- en la que editaban la información diaria para dar y recibir ánimos y solidaridad a los huelguistas y a cuantos los apoyaban … Resultado de aquella mesa redonda fue una extensa crónica que yo publiqué en la revista de la USO “El Proyecto”, número 27, bajo el título “1966-1967, Bandas, la más larga huelga bajo y contra el franquismo”.


Honor y gloria a los compañeros de “Bandas” y a tantos y tantos otros que escribieron realmente la Historia y con su sacrificio y su lucha socavaron los cimientos del “goliat” franquista y dignificaron la grandeza de su enemigo más insobornable, la Clase Trabajadora de los pueblos de España. Ojalá que aquellos testimonios sean recogidos por los militantes de hoy, no importa bajo qué siglas, para reforzar su pasión y su compromiso en la lucha por la supremacía de la Democracia y del Trabajo.

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