Ir a cenar a las Trece Lunas de Santander, tiene su
encanto y en cierta medida sorpresa. Se trata de un pequeño restaurante en la
calle Daoiz y Velarde, con una carta ajustada a un modelo de establecimiento
donde se une el concepto de vinoteca, para el alterne de cualquier hora y la restauración
con unos pinchos y raciones que en precio y calidad siempre te invita a volver.
El trato totalmente personalizado, tanto por el joven camarero,
como por el dueño siempre atento a preguntarte por los platos que te sirve, y
que acompaña con explicaciones varias, que al final siempre anuncian lo que
tiene en su cabeza para el futuro inmediato, es decir, un restaurante que
siempre intenta reinventarse, ahora con jornada dedicada a la caza.
Hace unos días estuve en esas jornadas y tengo que
decir que salí bastante satisfecho, fueron dos platos centrales acompañados de
una entrada postre y vino de Toro crianza 2010. De entrada dos mini vol au
vente de pate con naranja amarga y huevo de codorniz, acompañado de embutidos –
salchichón de ciervo, chorizo de jabalí y cecina de pato - sobre un lecho de
brotes de cebolla que le daban al plato una decoración interesante.
De segundo una ensalada templada de solomillo de pato,
o un plato de alubia roja con chorizo de jabalí a elegir, sabrosos en ambos
casos, que se acompañaron finalmente con otro palto principal de estofado de jabalí
con compota de manzana y setas, o una perdiz cazadora sobre lombarda y manzana.
Una oferta para comer y cenar, que las Trece Lunas te
invita a degustar a razón de dieciocho euros que repito, buen precio para la
calidad y cantidad que ofrece, por último un postre, borracho de chocolate
elaborado con bizcocho al brandy, cubierto de delicioso mousse con tropiezos de
cabello de ángel.
Alguien da mas, pues eso, una buena cena en ambiente
agradable que hoy recomiendo a mis amigos.
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