Horacio Manuel Salas (1938 – 2020) poeta, ensayista e historiador. Director del Fondo Nacional y Secretario de Cultura de la ciudad de Buenos Aires.
Entre su amplia obra, el
tango ocupo buena parte de su bibliografía, y entre ellos, un pequeño libro que
me ha llamado la atención, - Tango para Principiantes, ilustrado por Horacio
Santana, Lato - que, de forma muy sencilla y amena, va introduciendo al lector en
el tango, “que nació en los arrabales del rio de la plata, y que luego se adueñó
de Europa”.
En este pequeño libro - a
modo de comic - Horacio Salas define al tango “como un baile que expresa una
forma de ver el mundo, cargado de un fuerte sentimiento, de sensibilidad y
nostalgia …”; Una definición quizá un poco ampulosa, al menos bajo mi punto de
vista, dada la característica colectiva - en asociaciones al menos en España -
frente a la personal, con que se baila el tango hoy, un baile más sujeto al
divertimento, que a una forma de vida como algunos escritos relatan. Centro Cultural Montaraz
Pero entremos más en el
fondo de este tango para principiantes, siempre sujeto a la alternancia entre
la prohibido y lo autorizado - según fuera el momento - pero condicionado por la
ciudadanía en general y los milongueros en particular que supieron protegerlo y
en muchos casos como hecho cultural.
Desde los prostíbulos
de Buenos Aires donde la figura del
“guapo” lo presidia todo, al “niño bien” que lo sitúo en los lugares más reconocidos
y aristocráticos, el tango tránsito entre un baile de minorías, y de escaso
reconocimiento social a un baile de mayorías que le hizo llegar a Europa, triunfando
en ciudades como Paris, Londres, Madrid, entre otras muchas, abriéndose paso
ante autoridades que lo criticaron por obsceno, e incluso ante el Papa Pio X que
lo declaro una danza “lánguida pero no procaz”, devolviéndole el protagonismo,
que le convertiría en un baile de reconocimiento mundial, incluso en Argentina,
que hasta la fecha lo situaba en lo marginal y en algún tiempo hasta en lo prohibido.
El origen del tango
siempre ha generado opiniones contradictorias y en el caso que nos ocupa, del “tango
para principiantes” no lo iba a ser menos. Para Horacio Salas, “el tango surge
de la fusión entre el candombe – la música de los negros – la habanera cubana,
el culpe madrileño y la propia milonga situada en los barrios porteños de Buenos
Aires”. Tangos que inicialmente fueron instrumentalizados por grupos “amateur”,
en los piringundines – lugares de prostitución – haciéndole sonar al compás del
2 por 4 con violín, guitarra y flauta, a grupos musicales a los que se fueron
incorporando otros instrumentos como el piano, contrabajo, arpa, vibrafon
(similar al xilofón) batería y por fin el bandoneón, - instrumento importado de
Alemania - que marcaría el futuro del tango, abandonando el de los compadritos “rezongón
y nostálgico” por uno nuevo , “más arrastrado e introvertido” que lo conduciría
a los cabarets y cafés del centro.
El tango en Argentina siempre
camino en paralelo a los acontecimientos sociales, para lo bueno y para lo
malo, sus letras dan buena cuenta de ello. En el “Tango para principiantes” se
cita la Década Infame de los años 30 - vinculada al golpe militar que derroco
al presidente radical Hipólito Yrigoyen – y como referencia sitúa al compositor
Enrique Santos Discepolo quien mejor “encarno en sus letras de tango, “la
visión desesperanzada y en buena medida cínica de la sociedad” de aquel momento.
Como ejemplo el tango “Que Vachache” de 1925 donde expresaba cierto pesimismo,
hacia lo personal, /aunque te quiebre la vida / aunque te muerda un dolor / no
esperes nunca una ayuda / ni una mano / ni un favor / o la referencia que
hace al comportamiento personal frente a la sociedad, con el tango “Cambalache”
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor / Ignorante, sabio o
chorro / Generoso estafador……
Es lo mismo el que labura
/ noche y día como un buey /el que vive de los otros / que el que mata que el
que cura / o está fuera de la ley.
Pero detrás de una década
infame de pesimismo, llegaría la Generación del 40, - los años de oro del tango
- que llenaron de optimismo a los muchos ciudadanos que de una o de otra forma
se sentían vinculados al tango. Y así fueron apareciendo orquestas, músicos,
cantantes y poetas que revitalizaron el tango a través de directores y
compositores como Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Horacio Salgan, Miguel Calo,
Carlos Disarli, Ricardo Tanturi, Francisco Canaro, Francisco Lomuto,
bandoneistas como Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Enrique Delfino, o poetas como
Celedonio Flores, Jose González Castillo, Enrique Cadicamo… todos ellos magníficos artistas que pusieron a
bailar el tango “convirtiéndolo en una costumbre, compartida por miles de
personas, y al que se acudía perfectamente presentable” – los hombres con
chaqueta y corbata y la mujer con vestido decente, como nos indica Salas. Normas
que han venido, con el tiempo, ampliándose con un código de conducta personal y
colectiva en todas las milongas del mundo.
Entre los referentes más
importantes de la Generación del 40, Aníbal Troilo el genial Pichuco, “auténtico
renovador musical, de creaciones magistrales y de una hermosa poética que
convirtieron entre otros a - “Sur, Maria, Garua, Barrio de tango, Responso…. en
tangos excelentes por más que el tiempo haya pasado.
A Homero Manzi, el poeta
que fusiono, la nostalgia con la recuperación del barrio, y con ello a los personajes
del mundo porteño de Buenos Aires, a la poesía culta del tango, como nos
recuerda, “Malena” el tango que es “oscuro como el olvido / y sus labios
apretados como el rencor / sus manos dos palomas que sienten frio /
mientras que por sus venas corre sangre de bandoneón /. O en “Barrio de
tango” que describe al de “Pompeya que duerme al costado del terraplén / y
un farol, balanceándose en la barrera / el misterio del adiós que siembra el
Tren. Y para que no falte de nada “en el callejón, un ladrido de perros
a la luna y al amor, (siempre el amor), que, escondido en algún portón, se acompaña
de lejos con el bandoneón”.
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