28 may 2021

Pequeños retazos para entender el Tango (Primera parte)

 Horacio Manuel Salas (1938 – 2020) poeta, ensayista e historiador. Director del Fondo Nacional y Secretario de Cultura de la ciudad de Buenos Aires.

Entre su amplia obra, el tango ocupo buena parte de su bibliografía, y entre ellos, un pequeño libro que me ha llamado la atención, - Tango para Principiantes, ilustrado por Horacio Santana, Lato - que, de forma muy sencilla y amena, va introduciendo al lector en el tango, “que nació en los arrabales del rio de la plata, y que luego se adueñó de Europa”.

Centro Cultural Montaraz
En este pequeño libro - a modo de comic - Horacio Salas define al tango “como un baile que expresa una forma de ver el mundo, cargado de un fuerte sentimiento, de sensibilidad y nostalgia …”; Una definición quizá un poco ampulosa, al menos bajo mi punto de vista, dada la característica colectiva - en asociaciones al menos en España - frente a la personal, con que se baila el tango hoy, un baile más sujeto al divertimento, que a una forma de vida como algunos escritos relatan.

Pero entremos más en el fondo de este tango para principiantes, siempre sujeto a la alternancia entre la prohibido y lo autorizado - según fuera el momento - pero condicionado por la ciudadanía en general y los milongueros en particular que supieron protegerlo y en muchos casos como hecho cultural.

Desde los prostíbulos de  Buenos Aires donde la figura del “guapo” lo presidia todo, al “niño bien” que lo sitúo en los lugares más reconocidos y aristocráticos, el tango tránsito entre un baile de minorías, y de escaso reconocimiento social a un baile de mayorías que le hizo llegar a Europa, triunfando en ciudades como Paris, Londres, Madrid, entre otras muchas, abriéndose paso ante autoridades que lo criticaron por obsceno, e incluso ante el Papa Pio X que lo declaro una danza “lánguida pero no procaz”, devolviéndole el protagonismo, que le convertiría en un baile de reconocimiento mundial, incluso en Argentina, que hasta la fecha lo situaba en lo marginal y en algún tiempo hasta en lo prohibido.

El origen del tango siempre ha generado opiniones contradictorias y en el caso que nos ocupa, del “tango para principiantes” no lo iba a ser menos. Para Horacio Salas, “el tango surge de la fusión entre el candombe – la música de los negros – la habanera cubana, el culpe madrileño y la propia milonga situada en los barrios porteños de Buenos Aires”. Tangos que inicialmente fueron instrumentalizados por grupos “amateur”, en los piringundines – lugares de prostitución – haciéndole sonar al compás del 2 por 4 con violín, guitarra y flauta, a grupos musicales a los que se fueron incorporando otros instrumentos como el piano, contrabajo, arpa, vibrafon (similar al xilofón) batería y por fin el bandoneón, - instrumento importado de Alemania - que marcaría el futuro del tango, abandonando el de los compadritos “rezongón y nostálgico” por uno nuevo , “más arrastrado e introvertido” que lo conduciría a los cabarets y cafés del centro.

El tango en Argentina siempre camino en paralelo a los acontecimientos sociales, para lo bueno y para lo malo, sus letras dan buena cuenta de ello. En el “Tango para principiantes” se cita la Década Infame de los años 30 - vinculada al golpe militar que derroco al presidente radical Hipólito Yrigoyen – y como referencia sitúa al compositor Enrique Santos Discepolo quien mejor “encarno en sus letras de tango, “la visión desesperanzada y en buena medida cínica de la sociedad” de aquel momento. Como ejemplo el tango “Que Vachache” de 1925 donde expresaba cierto pesimismo, hacia lo personal, /aunque te quiebre la vida / aunque te muerda un dolor / no esperes nunca una ayuda / ni una mano / ni un favor / o la referencia que hace al comportamiento personal frente a la sociedad, con el tango “Cambalache” Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor / Ignorante, sabio o chorro / Generoso estafador……

Es lo mismo el que labura / noche y día como un buey /el que vive de los otros / que el que mata que el que cura / o está fuera de la ley.

Pero detrás de una década infame de pesimismo, llegaría la Generación del 40, - los años de oro del tango - que llenaron de optimismo a los muchos ciudadanos que de una o de otra forma se sentían vinculados al tango. Y así fueron apareciendo orquestas, músicos, cantantes y poetas que revitalizaron el tango a través de directores y compositores como Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Horacio Salgan, Miguel Calo, Carlos Disarli, Ricardo Tanturi, Francisco Canaro, Francisco Lomuto, bandoneistas como Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Enrique Delfino, o poetas como Celedonio Flores, Jose González Castillo, Enrique Cadicamo…  todos ellos magníficos artistas que pusieron a bailar el tango “convirtiéndolo en una costumbre, compartida por miles de personas, y al que se acudía perfectamente presentable” – los hombres con chaqueta y corbata y la mujer con vestido decente, como nos indica Salas. Normas que han venido, con el tiempo, ampliándose con un código de conducta personal y colectiva en todas las milongas del mundo.

Entre los referentes más importantes de la Generación del 40, Aníbal Troilo el genial Pichuco, “auténtico renovador musical, de creaciones magistrales y de una hermosa poética que convirtieron entre otros a - “Sur, Maria, Garua, Barrio de tango, Responso…. en tangos excelentes por más que el tiempo haya pasado.

A Homero Manzi, el poeta que fusiono, la nostalgia con la recuperación del barrio, y con ello a los personajes del mundo porteño de Buenos Aires, a la poesía culta del tango, como nos recuerda, “Malena” el tango que es “oscuro como el olvido / y sus labios apretados como el rencor / sus manos dos palomas que sienten frio / mientras que por sus venas corre sangre de bandoneón /. O en “Barrio de tango” que describe al de “Pompeya que duerme al costado del terraplén / y un farol, balanceándose en la barrera / el misterio del adiós que siembra el Tren. Y para que no falte de nada “en el callejón, un ladrido de perros a la luna y al amor, (siempre el amor), que, escondido en algún portón, se acompaña de lejos con el bandoneón”.

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