23 dic 2021

La poética del tango El choclo

 

El Choclo es uno de esos tangos criollos que perduran por siempre (1903) entre las milongas del mundo, y que levanta el animo a nada que suenan sus primeros compases.

El Club del tango Cambalache, recoge en su página web, una reseña sobre el título del El Choclo, situándolo en una pensión - "El Pinchazo" - que según parece, tenía una enorme olla de la cual los parroquianos, extraían el puchero, buscando siempre lo más apetecible el choclo (Mazorca, alimento de origen vegetal, perteneciente al grupo de los carbohidratos almidonados, y contiene vitaminas y minerales). 

Este tango sujeto a múltiples adaptaciones ofrece en la de Enrique Santos Discépolo del año 1947, su mejor referencia, al evocar al tango como un estilo de vida, para el “burlón y compadrito” compañero de la ambición y con mucho deseo de salir del barrio “buscando el cielo” entre la “conjura del extraño y el amor que se repite, por caminos de esperanza”.

Y entre el deseo de alejarse del barrio y el tango triste como amigo, “las paicas y las grelas”, las mujeres que compartieron la milonga y la poesía de la calle hoy ven como “Carancanfunfa se hace a la mar con tu bandera” brindando con pernod (anís francés) y mezclando a Paris con su añorado Puente Alsina.

El milonguero, “triste compadre del gavión y de la mina”, bacán que sedujo a las mujeres, aparentado en muchos casos lo que nunca fue, reo de amigo de juergas de tajo y cuchillo, aquel, que ardió en los conventillos, hoy se va a la emigración a enseñar a bailar el tango, mientras vuelve a recuerda a las mujeres con polleras rectas y tajo al costado, a los guapos de cuchillo a la cintura y al conventillo que prendió en su corazón.

A ese milonguero de ambición sana le escribe Santos Discépolo en El Choclo, deseándole suerte, y cierto reconocimiento para hacer carrera en la enseñanza del tango por Europa. Pero como buen tango, los sentimientos afloran en la despedida, y con ello la inseguridad del viaje mientras recuerda lo que deja atrás y el mejor de los deseos para encontrar el cielo.

 

El Choclo

Letra de Enrique Santos Discépolo y música de Angel Villoldo

Con este tango que es burlón y compadrito
Batió sus alas la ambición de mi suburbio
Con este tango nació el tango, y como un grito
Salió del sórdido barrial buscando el cielo
Conjuro extraño de un amor hecho cadencia
Que abrió caminos sin más ley que la esperanza
Mezcla de rabia, de dolor, de fe y ausencias
Llorando en la inocencia de su ritmo juguetón

Por tu milagro de notas agoreras
Nacieron, sin pensarlo, las paicas y las grelas
Luna en los charcos, canyengue en las caderas
Y un ansia fiera en la manera de querer

Al evocarte, tango querido
Siento que tiemblan las baldosas de un bailongo
Y oigo el rezongo de mi pasado
Hoy, que no tengo más a mi madre
Siento que llega en punta 'e pie para besarme
Cuando tu canto nace al son de un bandoneón

Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera
Y en un pernód mezcló a París con puente Alsina
Fuiste compadre del gavión y de la mina
Y hasta comadre del bacán y la pebeta
Por vos shusheta, cana, reo y mishiadura
Se hicieron voces al nacer con tu destino
¡Misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo
Que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón

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