Por fin se empieza a ver un poco de luz a la tan deseada reforma laboral con el pacto que acaban de suscribir sindicatos y patronal con el gobierno, un pacto que, si bien no cumple con las expectativas de los unos y los otros, pone cierto orden al desastre y desamparo que supuso los cambios en la legislación laboral del Partido Popular. Y digo desastre porque los cambios no aportaron, ni estabilidad en el empleo, ni beneficios sustanciales para las empresas, ni mucho menos mejoro la economía del conjunto del estado.
Alguno me dirá que sin esas medidas todo hubiera sido peor, que las
empresas hubieran cerrado en cadena, que la competitividad en el mercado por
culpa de los salarios y la rigidez de las plantillas la hubiera hecho
imposible, incluso que la intervención sindical – siempre exagerada - en las
empresas les ponía muchas dificultades para la administración de estas, pues
bien, nada de todo eso ha sido milagroso como lo demuestra esta nueva reforma,
ahora si pactada con los sindicatos y patronal.
Reforma que como decía antes, deja espacios abiertos para nuevas
negociaciones, pero que devuelve a la causa de los trabajadores, algunos
derechos arrebatados e imprescindibles para la estabilidad en el empleo y en la
economía de las familias, una reforma que en política salarial deja para los
convenios del sector la prevalencia frente a los de empresa, y el
reconocimiento de la ultraactividad hasta que no se negocia uno nuevo, dos medidas
imprescindibles para mantener en vigor el marco social en la empresa, a la vez
que ejerce presión a los sindicatos y a las empresas para que cuanto antes
alcancen el nuevo convenio colectivo.
Otro de los abusos históricos, - que ahora parece se termina - al que se
ven sometidos los trabajadores subcontratados, es la aplicación del convenio
colectivo. Muchas empresas piratas, hasta la fecha, están ofreciendo
trabajadores con salarios de miseria. muy lejos de los que se determina en el
convenio colectivo del sector, pues bien, esta reforma obligara a las subcontratas
aplicar el convenio del sector al que se vincula la actividad que desarrolla el
propio trabajador, se acabó que un trabajador de la limpieza por ser
subcontratado tenga que cobrar el salario mínimo interprofesional en el mejor
de los casos cuando el salario del convenio del sector es mayor.
Entre las medidas estrella, la ya ensayada con motivo de la epidemia del
Covid, la utilización de los ERTES antes de proceder al despido. El estado
visto el éxito de estas medidas no ha dudado en llevarla al marco normativo y
con ello dotarla de importantes recursos económicos dirigidos a las empresas
para reciclar a los trabajadores frente a crisis económicas, técnicas, etc., incluso
para cubrir los gastos sociales y formativos y por otra parte la limitación a
los contratos temporales, - 90% que se dice pronto del conjunto de la
contratación en España - limites que parece ahora se van a llevar a cabo
gracias a una legislación más rigurosa, con sanciones incluidas para las
empresas que abusen fraudulentamente de la contratación temporal,
Solo una reflexión final al título de este comentario, el palo y la
zanahoria, por primera vez ha primado el pacto por encima del resultado final y
los sindicatos UGT y CCOO han tragado respetuosamente, haciendo gala del mal
menor. Pues si eso va a ser el futuro de la acción reivindicativa en España, la
cosa no va por buen camino, los sindicatos no pueden quedar limitados en sus
reivindicaciones a lo que sea más “interesante políticamente” representan
trabajadores y a una clase social no siempre favorecida por el buen empleo, y
defenderlos muchas veces te hacen ir contracorriente y a eso no se debe
renunciar, por mucho que la política y el gobierno de turno presionen.
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