11 may 2014

Ayer fui a cargar las pilas con Rafael Amor

A un concierto en el Conservatorio Jesús de Monasterio de Santander, quien durante mas hora y media volvió a recordarme que cuando te acostumbras a vivir a favor de la marea estas perdido y como bien explico eso vale para todo no solo para el compromiso social.

 Hablar de Rafael Amor es hablar de sus comentarios y anécdotas de sus reflexiones sobre el presente, siempre apoyado en el reciente pasado, que nunca pierde actualidad, porque hablar de la libertad de los que peor lo están pasando, de los inmigrantes, de la pobreza, de esos invisibles que pasan a nuestro lado, siempre esta de actualidad, a pesar de que el buen orden y supuesto aseo mental nos lleve a verlo como algo residual.

Todas sus canciones tienen mensajes en los que pensar, mensajes que muchas veces te llevan me atrevería a decir, a condicionar a la propia canción y  sus componentes de interpretación y musicalidad, mensajes que te ayudan de forma natural a enhebrar nuevas reflexiones y mas canciones que se acompañaran con nuevos silencios que Rafael Amor de forma magistral los convertirá en silencios cantados e interpretados de compromiso social.

Rafael Amor es un cantautor de los que no solo viven de sus canciones pasadas, sino de los que se reinventa en todo momento, capaz de hablar de la globalización, de las nuevas tecnologías, del todo poderoso G8 y así sucesivamente sin olvidar a las melodiosas Laura y Violeta con quien siempre invita a cantar sus estribillos, o las canciones de siempre, de actualidad constante, como  no me llames extranjero, y su canción de presentación del concierto que recuerda porque esta en el escenario y su condición de vida.

Algunas cosas me sorprendieron, como su afán por hablar de la persona como eje central de su pensamiento, que pudiera ir sustituyendo a lo colectivo, pero sobretodo la cita a la “ternura” preciosa palabra que según parece toma significado especial, cuando los años se te van acumulando, y de la que se necesita mas y mas en estos momentos, ternura que pudiera contrastar con la crudeza de muchas de sus canciones pero que se entremezcla perfectamente en un todo invisible.

Hacía muchos años que no lo escuchaba en directo, y ello a pesar de tenerle tan cerca, por ese importante arraigo de montañés del que siempre hace gala y explica con detalle en todos sus conciertos, por eso, recuperarle ha sido un gran placer, recuperar al montañés de adopción y argentino de nacimiento, quien a demás a nada que puede, mete un tango y candombe en sus conciertos, otra de mis pasiones.

 Por eso esta pequeña crónica, para agradecerle que me “cargara las pilas” que ya estaban un poco viejas, y porque se empezaban a acostumbrar a ir a favor de la marea.  

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