El
30 de Diciembre de 1986, el Comité de Empresa de Fyesa se vio sorprendido por la presentación de un Expediente de Regulación
de Empleo que pretendía dejar en 144 trabajadores una plantilla de 290. Como
siempre un desalmado Plan de Viabilidad, esta vez elaborado por una empresa
vizcaína IDOM, había decido, dejar en la calle a 146 trabajadores, que ya
venían consumiendo parte de su propio desempleo en años anteriores.
No
había pasado ni un mes de negociaciones
cuando los compañeros de USO en el Comité de Empresa, conjuntamente con UGT y
CCOO, se pusieron manos a la obra, comenzando las movilizaciones sindicales de
baja intensidad, conscientes de que la pelea iba a ser dura y nada fácil de
negociar en un momento de crisis industrial también para un sector el de
ferroaleaciones, que competía con producciones de bajo coste en países del
tercer mundo.
Los
compañeros de USO en el Comité de Empresa y Sección Sindical, Miguel Calva, Ramón Pérez, Miguel
Diez Jañez, Joaquín Calzado,
Cosme Bolado, Siro Hermana, Víctor Inchauspe, de inmediato asumieron con radicalidad la oposición
a tanto despropósito, llevando a cabo una campaña de información ante la opinión
publica y muy especialmente a los ciudadanos del Valle de Camargo, a la vez que
se iniciaban los primeros cortes de carretera, y algún que otro bloqueo de la
fabrica, como medidas de presión de una lucha sindical que no había hecho más
que empezar.
La dirección Fyesa, también fue
consciente desde el primer minuto de la movilización que la cosa iba para
largo, y el miedo se fue apoderando lentamente de una negociación que fue
sacada de la propia empresa, a otros lugares por el miedo a posibles
enfrentamientos con los trabajadores, reuniones muy duras donde el Comité de
Empresa, dejo muy claro - y lo cumplió - que no estaba dispuesto aceptar en
ningún caso, reducciones de plantilla por vías traumáticas, en contraposición,
un plan de jubilaciones anticipadas, algunas bajas voluntarias con
indemnización pactada y bajas por incapacidad laboral, cerraron el acuerdo
después de un año de negociaciones y con ello la viabilidad de la empresa
dentro del sector de las ferroaleaciones.
Por aquel entonces Gonzalo Burgués, era
el Director Provincial de Trabajo, y Ángel Arozamena Consejero de Industria del
Gobierno Regional, ambos se ofrecieron en diversas ocasiones como mediadores de
un conflicto difícil de resolver.
Los compañeros de USO, conjuntamente con
los otros sindicatos, estaban convencidos que las palabras y los compromisos
empresariales no eran mas que palabras huecas, dice Ramón Pérez “lo que querían
era sacar producto y mantener una presión sobre los trabajadores”, por eso la
movilización tuvo que dar un nuevo paso hacia delante, se trataba de llevarla a
Maliaño, a las puertas del Banco de Santander que era el mayor accionista de la
empresa, aunque en el fondo todos sabíamos que sacar la movilización del Barrio
de San Camilo en Boo, era provocar a la fiera herida, la Guardia Civil que
embrutecida espera a los trabajadores de Fyesa en una especie de venganza por
lo que había pasado recientemente en Reinosa.
Ramon Perez |
Y ese temor pronto se hizo realidad, lo
que antes eran cortes de carretera, en el barrio, ahora se trasladaban a
Maliaño, convertido en campo de batalla donde medirse los trabajadores de Fyesa
y la Guardia Civil, que respondió con mucho material antidisturbios, y una violencia
desorbitada.
Recuerda Miguel Calva y Ramón Pérez “fueron noches muy duras, la guardia civil se
paseaba con las tanquetas y disparaba a todo lo que se movía, las pelotas de
goma y los botes de humo volaban, y mientras más agredían más nos llenábamos de
razones para pelear, estábamos en una especie de guerra de guerrillas”. “Una
barricada sustituía a otra, hasta el tren de Madrid sufrió un fuerte retraso a
su paso por la estación de Boo de Guarnizo, que también se vio impactada por un
artefacto explosivo de fabricación casera, que ironía”.
El Comité de Empresa, había decidido
encerrarse dentro de Fyesa, las movilizaciones habían provocado los primeros
despidos disciplinarios, y con ello, la negativa de la dirección a negociar hasta
que no se volviera a lo que ellos llamaban normalidad, una vez mas Gonzalo
Burgués, se ponía manos a la obra y propiciaba reuniones, que estaban muy lejos
de resolver el problema laboral, porque de lo mas que se hablaba era de los
temas de orden publico.
El 27 de abril de 1987, una fecha de
triste recuerdo ingresaban en prisión por lanzar cócteles molotov, seis jóvenes
que secundando a los trabajadores de Fyesa habían sido perseguidos por la
guardia civil en un coche camuflado a lo largo de tres kilómetros - Ángel San
Román, Pedro Alberto, Alberto Herrera, Rafael García, Ricardo Bercina y José
María Campo - que sin ningún miramiento el juez de instrucción numero uno Sáez
Vélez mando a prisión, poniendo si cabe más difícil, las negociaciones ahora
entre los sindicatos y las administraciones políticas y judiciales.
Pero lejos de amedrentar el ánimo de los
trabajadores y de los ciudadanos - que
ayudaron mucho a la movilización -
persistió la lucha y con ello nuevas
detenciones, esta vez por colocar una barricada en Boo de Guarnizo, siendo los
afectados, José Nieto miembro del comité de empresa, Francisco Javier y Ángel
Barriuso trabajadores de Fyesa y las vecinas de Camargo Esperanza Sancibrian y
Emilia Juárez.
La Corporación Municipal de El Astillero
solidaria con la causa de los trabajadores aprobó una moción que expresaba el apoyo
a la lucha por los puestos de trabajo, que acompaño a los trabajadores a un
nuevo encierro estaba vez, en el pabellón polideportivo municipal.
Fueron cuatro meses de movilización
permanente que vieron incluso arder las oficinas de la empresa, comenta el
compañero Ramón Pérez “éramos incapaces de ver el final de un túnel que se
cerraba cada vez mas pero en negativo para nosotros” la empresa había
comunicado a la Dirección Provincial de Trabajo su decisión de “llevar a cabo
un cierre patronal” que de inmediato fue respondido por los trabajadores con su
propio encierro en la planta de Tanabe a 25 metros de altura.
La totalidad de la plantilla bien
pertrechados de alimentos y medios de defensa por si la guardia civil les
desalojaba, se dispusieron a dar la última batalla, la empresa por su parte
convoco a los representantes sindicales
entre los que me encontraba, a una reunión inextremis que duro ocho horas, pero
en la que al final pudimos llegar al acuerdo. Los despidos no serian
traumáticos, y todo el excedente seria pactado sin que existiera tiempo limite
para ello.
Con el acuerdo en la mano a las once de
la noche, llegamos a la fabrica. Unos compañeros nos subieron a Tanabe en el
ascensor que quedo inmediatamente bloqueado, limitándose el acceso a una
escalera de apenas un metro que ascendía por la fachada. La asamblea debatió
hasta la saciedad lo que para muchos no era mas que una nueva trampa, al final
pudimos convencer a todos y poco a poco con una cierta sensación de alivio se
dio por finalizaba una pelea sindical que guarda recuerdo entre los
trabajadores y ciudadanos del Valle de Camargo.
Justamente un año después Diciembre
1998, el Banco de Santander vendía Fyesa a Carburos Metálicos, en una operación
societaria que traspasaba las acciones a precio testimonial, mientras que la nueva empresa se hacía cargo de las
deudas de la sociedad, 3.000 millones de las antiguas pesetas, operación que un
poco tranquilizo a los trabajadores, al formar parte de un holding del sector
de las ferroaleaciones con más de 3.000 trabajadores repartidos por Barcelona,
Madrid, Bilbao, Sevilla, La Coruña, Valencia y ahora en Cantabria.
La Sección Sindical de USO recuerdo que
le dio muchas vueltas a esta operación, el
Banco de Santander estaba muy interesado en deshacerse de su división
industrial, y con aliviar un paquete de deuda y confrontaciones que
comercialmente no le compensaba, al final se tuvo que asumir incluso que la
integración al grupo de Carburos Metálicos, se retrasase dejando a Fyesa en una
especie de isla en el vació que necesito de nuevas movilizaciones para que el
holding la integrase con todos los derechos de los trabajadores reconocidos.
Juan Miguel Villar Mir |
En el verano de 1990, nuevos problemas,
ahora con los ecologistas, de Camargo, que acusaban a la empresa de “estrechar
el margen de la ría de Boo, formando una presa en su cauce, matando con ello
toda la flora y fauna”, acusación grave que genero mucha inquietud entre los
ciudadanos de la zona y que obligo a los representantes sindicales - principalmente
a Ramón Pérez, Presidente del Comité de
Empresa y José Antonio Arce responsable de salud laboral por aquel entonces ambos
de USO - a salir al paso de las acusaciones anunciando el cumplimiento
escrupuloso de los controles ambientales y una importante política de
inversiones para la instalación de un espesor de lodos que actuaría en circuito
cerrado con agua dulce en lugar de agua salada, con ello se resolvió un grave
problema ambiental que venia arrastrando la empresa desde hacia muchos años.
Pero estaba claro que los trabajadores
de Fyesa, estaban condenados a seguir en la intranquilidad. En enero de 1991,
unos meses después de cerrar el debate público con los ecologistas, Carburos
Metálicos presento un nuevo plan de viabilidad como respuesta a una crisis
comercial y de competitividad en precios, cerrando un horno y con el ello
despidiendo a unos setenta trabajadores, plan que se acompaño con una OPA que
Banesto planteo con el fin de hacerse cargo de la empresa, eran los momentos en
los que Mario Conde pretendía ser el magnate de las finanzas y para ello
apostaba por comprar todas las industrias que le salían la paso.
Para Fyesa eran momentos difíciles, la
producción disminuía de forma alarmante por la irrupción en el mercado de las
ferroaleaciones de China y Rusia, argumento con el que la empresa se hacia
fuerte en su pretensión de despedir, mientras que el comité de alguna manera
asumía esta circunstancia ofreciendo una vez mas la posibilidad de ir al paro
de forma temporal a través de un expediente. Para Carburos Metálicos este
ofrecimiento no fue suficiente y después de ajustar el excedente a través de
jubilaciones, bajas incentivadas y alguna que otra movilidad geográfica, se
quedo en cincuenta trabajadores que irremediablemente se veían en la calle. Y
una vez mas la huelga y la confrontación social, - siempre con la memoria
puesta en las movilizaciones de 1987 – que incluso llevo a retener durante
nueve horas en las oficinas de la empresa a dos directivos, Francisco Petruss y
Juan Carlos Sánchez.
La OPA de enero 1991 había dejado en
manos de la división industrial de Banesto a Fyesa, y ahora, Juan Miguel Villar
Mir, antiguo presidente de Electra de Viesgo compraba la empresa y anunciaba la
puesta en marcha de dos líneas de producción separadas, la sección de energía a
través de una nueva sociedad anónima y la de ferros, nueva estrategia empresarial
que genero inquietud entre los trabajadores, - hasta la fecha ambas venían
enjuagando los beneficios y las pérdidas en conjunto - preocupación que pronto
se disiparía abriendo un largo periodo de tranquilidad con la actual Ferroatlantica.
A los compañeros de USO y especialmente
a Miguel Calva, Ramón Pérez, Miguel Diez Jañez,
Joaquín Calzado, Cosme Bolado,
Siro Hermana, Víctor Inchauspe, y Javier Jimeno, ejemplo
para muchos otros que han venido después, mi reconocimiento personal, ellos estuvieron
durante mucho tiempo en la pelea sindical siempre convencidos de que el puesto
de trabajo en aquella empresa hoy más que centenaria bien merecía la pena
defender.
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