David Ramos Saiz y Marta Saiz Echezarreta
Graduados en Enfermería
A lo largo
de la historia la figura médica ha
pasado del chamán, dónde se utilizaban curaciones emanadas de la magia y la
religiosidad; a la figura omnipotente,
dónde se sobreentiende que el médico tiene toda las soluciones para conseguir
nuestro bienestar y reponer nuestra salud. Atravesando el paternalismo
tradicional que ha marcado esta disciplina durante siglos.
Esta idea
basada en que la medicina tiene la solución a todos los problemas de salud, conlleva
tanto a que las actitudes del personal sanitario vayan enfocadas a la salvaguarda de la vida
biológica, un bien que debe ser salvado
ante todo pronóstico, cómo a que los propios familiares quieran salvar la vida
de su ser querido, sin importar las consecuencias de esa decisión y sin
escuchar las nulas posibilidades de éxito. Todo esto hace que se intente por
todos los medios preservar la vida del paciente, sin atender la decisión de
nuestro objeto del cuidado, que quizá sea la de morir con dignidad.
Se entiende
por encarnizamiento terapéutico, furor, obstinación o distanasia a la
realización de prácticas clínicas diagnósticas y/o terapéuticas, que no
benefician al enfermo que se encuentra en estado terminal e incluso llegan a
provocarle un sufrimiento añadido.
Esta
obstinación terapéutica, como se expresa en párrafos anteriores, es debida a la
intención, por parte del médico de realizar todo lo posible para conservar la
vida del paciente, bien, por miedo a ser acusado
por
negligencia y/u omisión ante las presiones familiares, o bien, por su propia
ética personal de salvaguardar la vida. Además, en algunas ocasiones puede
existir un interés personal de carácter científico, investigador (aprender más
sobre el caso).
Para
identificar este conflicto, los profesionales de la salud deben saber adoptar y
saber desarrollar una comunicación eficaz, incluyendo una escucha activa, que
es primordial en toda atención sanitaria. Para ello, se debería aumentar la
formación sobre enfermedades terminales, con el fin de aprender, no solamente a
instaurar un tratamiento, sino también a enfocar la situación hacia un ámbito
psicosocial, utilizando herramientas que no sólo nos permitan evitar el dolor y
el sufrimiento, sino que también nos ayuden a enfrentarnos a los pensamientos y
actitudes tanto del paciente como de las familias.
Una vez
identificada la situación, es necesario conocer la legislación publicada en
nuestro país que aunque es muy escasa nos ayuda a saber cómo debemos actuar.
En primer
lugar debemos referenciar la Ley de Autonomía del Paciente (14/2002) que
desarrolla dos temas importantes. Primero, respetar el derecho de los pacientes
o representantes legales, cuando éste no pueda expresar sus decisiones y
segundo, dar la información completa del proceso asistencial al paciente o
representante legal, si procede.
Además, esta
ley incluye el Documento de Instrucciones Previas. Este documento deja por
escrito las voluntades que una persona quiere tomar cuando se encuentre en un
estado en el que no pueda tomar sus propias decisiones, así como, el destino de
su cuerpo una vez haya fallecido.
Aunque es un
documento de obligado cumplimiento, a excepción de que pongan en peligro la
salud pública, la realidad es que no se efectúan, en ocasiones por
desconocimiento del mismo.
Otra
legislación a tener en cuenta se encuentra en el código penal en su artículo
143, que regula el proceso final de la vida pero nunca la eutanasia o el
suicidio colectivo. Este artículo fue modificado en 1995, dejando impune la
eutanasia indirecta, como el adelantamiento de la muerte por sedación
paliativa, o los comportamientos omisivos
Existen
legislaciones en ciertas comunidades autónomas como son Andalucía, Aragón y
Navarra que han desarrollado leyes que prohíben el encarnizamiento terapéutico,
así como el rechazo por parte del paciente de tratamientos que prolonguen su
vida de forma innecesaria, el resto de CCAA, se siguen acogiendo a la Ley
Básica Reguladora de Autonomía del Paciente.
Por otro
lado, Los códigos deontológicos tanto del personal médico, cómo del de
enfermería recogen en un artículo las premisas a tomar en situaciones de trabajo con enfermos
terminales.
Con todas
estas palabras, intentamos que se reflexione acerca de la idea del
encarnizamiento terapéutico, el cual, forma parte de nuestra rutina habitual de
trabajo de forma inconsciente, puesto que, el no conocimiento de este concepto
junto al desconocimiento del trato de enfermos terminales y las situaciones
conflictivas que alrededor de estos se producen, hacen que, no sepamos identificar
cuál es el riesgo beneficio de una prueba diagnóstica o de un tratamiento, es
decir, que no sepamos reconocer donde está la línea que no se debe sobrepasar
si no existen posibilidades de curación.
NUBEROS
CIENTIFICA
Revista de
la Fundación de la
Enfermería
de Cantabria
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