El Partido Regionalista de Cantabria (PRC) ha vuelto a evidenciar que, cuando llega la hora de negociar, sus exigencias políticas acaban reducidas a meras recomendaciones sin fuerza real. Lo que inicialmente se presentó como más de treinta condiciones para apoyar la investidura de María José Sáenz de Buruaga, ha terminado convertido en un documento descafeinado que no acaba de comprometer al gobierno del Partido Popular.
Lejos de preocuparse por la política nacional, el PRC sigue centrada en
preservar su imagen ante el electorado cántabro con su principal bandera de
éxito, el de afirmar que Vox “no pinta nada” en la comunidad, aunque lo cierto
es que tanto el PP como el regionalismo de Revilla, van dejado la puerta
entreabierta para que Vox pueda tener espacio político si en el futuro resulta
necesario.
Mientras tanto, las grandes promesas se han difuminado. El plan de vivienda
joven, la defensa de la sanidad rural, los 100 millones para la
reindustrialización, la ampliación del PCTCAN o las infraestructuras
estratégicas (conexiones ferroviarias a la Meseta y Bilbao, nuevos carriles
Polanco–Santander o Laredo–Bilbao, carreteras en Los Tornos, San Glorió, La
Hermida o el enlace Sierrapando–Barreda) han desaparecido del acuerdo o se han
relegado a menciones vagas, sin plazos ni compromisos concretos.
También se han quedado fuera las mejoras en las condiciones de los
empleados públicos y los planes de sostenibilidad turística ya presupuestados.
Todo depende, una vez más, de la voluntad del PP.
Lo que sí se mantiene en la agenda son proyectos heredados de la
legislatura anterior —La Pasiega, el MUPAC, la Protonterapia, el Centro de Arte
Rupestre de Puente Viesgo— y la recuperación aún indefinida del Fondo de
Cooperación Municipal. A ello se suma la eterna incógnita de la gestión del
lobo, siempre pospuesta a lo que decidan Bruselas y Madrid.
En definitiva, el “acuerdo de investidura” - hoy en revisión expres - no es
más que un salvavidas político para el regionalismo, que se esta conformando
con sobrevivir esta legislatura a la sombra del PP. El PRC vuelve a vender humo
como si fueran conquistas, mientras Cantabria afronta una legislatura marcada
por promesas rebajadas, compromisos ambiguos y un vacío evidente de ambición.
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