Belén Milán Pérez, |
La Plataforma Estambul Sombra (formada por más de 200 asociaciones de la
sociedad civil) ha publicado recientemente un Informe en el que se evalúa la
aplicación en España, durante el periodo 2014-2018, del Convenio del Consejo de
Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la
violencia doméstica , conocido como el Convenio Estambul. Este informe será
incluido en el proceso de seguimiento que lleva a cabo el Grupo de Expertas en
lucha contra la Violencia contra la mujer del Consejo de Europa (conocido con
sus siglas en inglés GREVIO) a quien le será presentado en febrero de 2019
junto con el informe que deberá entregar el Gobierno de España.
Nuestro país suspende en cuestiones cruciales en la lucha contra la
discriminación. El principal aspecto en el que este informe incide es en la
necesidad de reconocer las violencias sexuales como violencia de género, es
decir, reconocer que existen víctimas de violencia machista más allá de las
contempladas en la ley que actualmente se circunscriben al ámbito de la pareja
o expareja. Éste paso es fundamental ya que supondría sacar la violencia
machista del marco doméstico donde ha sido relegada (tratándose como un asunto
privado) y poniéndola en el centro del debate público. Convertirla en un delito
público sancionaría conductas realizadas por personas que no tuviesen relación
de análoga afectividad con la víctima, incluyendo instituciones y empresas.
Ello implicaría hacernos de una vez responsables de qué significa la violencia
machista, cómo compone nuestro corolario social y cómo se perpetúa a través de
una sociedad que ‘normaliza’ comportamientos que violentan a más de la mitad de
la población.
Porque no es normal tener miedo a ir sola por la calle de noche; porque no
es normal que tu primer temor, el inculcado desde bien niña sea que te violen;
porque no es normal tener que desarrollar mil estrategias para librarte de un
hombre que no entiende que tu NO es NO; porque no es normal tener que asumir
riesgos por ser libre.
Hacer de la violencia machista un problema público implica generar datos
que nos faciliten revisar el estado, la evolución y la identificación de
problemas a través de cifras concretas.
Sin embargo aún hoy, 14 años después de la aprobación de la Ley Contra la
Violencia de Género no disponemos de datos que nos permitan evaluar la
efectividad de las medidas adoptadas. Funcionamos a golpe de impulsos sin un
itinerario reconocido que permita evaluar los resultados obtenidos. Tenemos
estadísticas de víctimas mortales, de denuncias presentadas y de sentencias
condenatorias pero no se explica qué ha fallado en el sistema de protección
judicial y social cuando una mujer o una niña es asesinada. No hay datos sobre
prevención, ni existe relación demostrada entre el trabajo de prevención y el aumento
o descenso de situaciones de violencia.
La violencia sexual cometida, por ejemplo entre compañeros de clase, no
está contabilizada como violencia machista, o cuando la asesinada es prostituta
la violencia tiene siempre otro apellido, nunca es machista.
El Informe Sombra establece que la prevención a través de la educación es
el instrumento básico para erradicar el problema antes de que florezca; sin
embargo, a pesar de que las comunidades autónomas tienen transferidas las
competencias en materia de educación, la LOMCE no obliga a educar para la
igualdad, y ya se sabe que dónde no hay obligación no hay presión ( por lo
menos hasta que no haya una campaña electoral a la vista). En Cantabria se dice
que se apuesta por la transversalidad en la revisión de contenidos pedagógicos,
sin embargo es cada centro educativo quien considera conveniente o no la
posibilidad de tener a una persona responsable de Igualdad, en su centro, sin
capacidad de proponer materias.
Suspendemos también en el ámbito sanitario, el judicial y el psicosocial
debido a la escasa formación que en materia de prevención y detección precoz de
violencia machista se ofrece a los profesionales por parte de las
administraciones, y por la falta de inclusión de todos los tipos de violencia
en sus protocolos de actuación.
Se denuncia que las medidas de apoyo a las víctimas se circunscriban en
exclusiva a las contempladas por la ley de violencia de género, incumpliendo el
artículo 25 del Convenio de Estambul que establece como obligación de los
estados firmantes crear centros de ayuda de emergencia para las víctimas de
violencias sexuales apropiados y fácilmente accesibles, así como que la
atención jurídica , psicológica y social sea más extensa y que se preste
también antes y no sólo después y supeditada a contar con denuncia judicial.
Han transcurrido 14 años desde el asesinato de Ana Orantes. Hoy mujeres de
todas las edades salen a la calle a pedir libertad para vivir, para no ser
objetos, no ser cosificadas, dominadas, violadas, vejadas o asesinadas. En lo
que va de año ya han sido asesinadas 89 mujeres en España, según datos de
Feminicidio.net.
Nosotras hemos cambiado, las herramientas para nuestra protección no.
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