Me permito traer a mi blog esta
glosa, publicada en el boletín de ADSIS con motivo del fallecimiento de José
Luis, y con ella, el recuerdo de los años en que participe en la Comunidad de
Santander.
Adsis
es un movimiento de comunidades cristianas, formado por hombres y mujeres que queremos vivir el
Evangelio de Jesús a través de una presencia fraterna y solidaria entre los
jóvenes y los pobres.
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Mi vida ha estado siempre vinculada a la
pastoral de juventud y, desde ésta, a la fundación y atención a las comunidades
Adsis.
Siendo joven sacerdote, profesor de
dogmática en el Teologado Salesiano de Salamanca, me encontré inesperadamente
con los jóvenes de la ciudad en sus calles, grupos y vivencias, tan aceleradas
y significativas en aquellos años sesenta. Me acerqué a ellos con sencillez,
cercanía y amistad.
Pronto percibí el creciente alejamiento
de los jóvenes respecto a la Iglesia e intuí que debía acercar a ellos la
persona de Jesús por los caminos evangélicos de la Palabra, el diálogo abierto
a sus corazones, la comprensión de sus búsquedas de felicidad, y el alivio de
sus dolencias. Aprendí de Don Bosco a hacer preguntas y propuestas sencillas
dirigidas a su corazón, a invitarles al encuentro grupal, a vivir experiencias
profundas de espiritualidad y solidaridad, y a descubrir el verdadero rostro de
un Dios amigo y aliado de sus solicitudes. Me sentí llamado a dedicar mi vida a
ellos, posponiendo cualquier otro proyecto o actividad.
Mi dedicación a los Ejercicios
Espirituales con jóvenes fue un empeño al que me entregué con ahínco y
creatividad. De esta actividad surgían los grupos y la necesidad de aportar
proyectos y procesos pastorales de educación en la fe. De uno de estos
encuentros en la ermita alavesa de Eskolunbe (1964) nació el primer grupo del
que posteriormente, a lo largo de los años, surge y se consolida el Movimiento
de Comunidades Adsis en la Iglesia.
Como Delegado de Pastoral Juvenil de la
Provincia Salesiana de Bilbao, participé en el Consejo Nacional de Pastoral
Juvenil (1967-1973), colaborando intensamente en la Revista Técnica de
Apostolado, fundada en 1962 por el salesiano Don Luis Chiandotto y que adoptó
en 1975 el nombre actual de “Misión Joven”. Me he sentido siempre profundamente
vinculado a esta Revista. Así mismo, he participado después en las revistas
“Pastoral Juvenil” de los Escolapios y en “Todos Uno” de la CONFER.
El 1971 asistí, como Delegado de la
Provincia Salesiana de Bilbao, al XX Capítulo General Especial de la
Congregación. Tuve la encomienda de redactar el Documento Capitular sobre la
Pastoral juvenil. En aquella ocasión, recibí por parte de los Superiores todas
las anuencias requeridas para dedicarme plenamente al Movimiento Adsis, como
realidad autónoma dentro de la Iglesia y que ya se consolidaba en comunidades
plenamente dedicadas a los jóvenes y a los pobres, desde la secularidad y la
globalidad de la vida de tantos hombres y mujeres que asumían su vocación
cristiana como presencia y servicio cristianos en el mundo.
Recibí apoyo estimulante por parte de
los Superiores Salesianos y de los Obispos de las diversas diócesis donde
surgía el Movimiento. Pronto se inicia la vida en común de las comunidades como
acercamiento a los ambientes de pobreza y marginación. Progresivamente las
comunidades asumen los primeros matrimonios, la formación de los futuros
sacerdotes Adsis, el celibato de los hermanos y hermanas, los proyectos
sociales y las nuevas fundaciones en tantos lugares de España, y más tarde de
América latina, Roma, Rumanía…
La presencia se orienta a la
Universidad, a las Parroquias y a los barrios periféricos. La Pastoral con
jóvenes es el compromiso y la actividad dominante para todos nosotros. En
primer lugar la formación de los miembros y comunidades Adsis en sus cursillos
de verano, en las Asambleas y retiros, también la formación de los sacerdotes
jóvenes que surgían en las comunidades.
Además de la permanente dedicación a los
Ejercicios Espirituales a jóvenes y a religiosos y religiosas, la atención a
las comunidades Adsis, las conferencias y cursos sobre pastoral de juventud,
los escritos y colaboraciones en revistas, fui Delegado Diocesano de Pastoral
de Juventud en la diócesis de Bilbao y tuve la gracia de colaborar intensamente
al respecto con las diócesis vascas.
Con la fundación de “Servicios de
Juventud” abordamos con creatividad el Proyecto de Pastoral de juventud a
principio de los años ochenta. Las etapas de Convocatoria evangelizadora, de
Iniciación cristiana y de Inserción vocacional y eclesial, constituyen el
núcleo central de este proyecto, que se extiende a diversas diócesis y sirve de
inspiración para la elaboración de tantos otros proyectos de pastoral de
juventud. La pastoral del Sacramento de la Confirmación entre los adolescentes
y jóvenes se incorpora a este proyecto. Fue muy importante en todo ello
concretar bien los objetivos, los procesos, la formación, las actividades, el
discernimiento y la orientación vocacional, comunitaria y eclesial. Pero sobre
todo, el compromiso de las comunidades en esta tarea y la vinculación de los
grupos a ella. Para avalar lo realizado y estimular a las comunidades presenté
en 1987 en la editorial Atenas el libro ”El reto de los jóvenes”, y en 1993 el
libro, editado por CCS de los salesianos, ”Dios me dio hermanos. Comunidad
cristiana y pastoral de juventud”.
En 1994 me trasladé a Madrid a la Casa
central Adsis para atender más adecuadamente al Movimiento, especialmente para
poder atender mejor a las fundaciones en América (Chile, Ecuador, Argentina,
Uruguay, Perú y Bolivia).
Especial interés y experiencia me surgió
en el proceso en Roma para el reconocimiento pontificio de Adsis en la Iglesia
universal, obtenido en 1997. La presencia de la comunidad Adsis en Roma nos
abre a la Europa central. Esta apertura a la universalidad eclesial ha supuesto
para mí una vivencia muy enriquecedora. La acogida y el diálogo abierto y
fructífero con los responsables de los diversos dicasterios romanos me aportó
un intenso sentido de comunión ministerial. La vida en común mixta de nuestras
comunidades y la dedicación plena de nuestros sacerdotes al Movimiento, fueron
dos realidades en las que la Santa Sede demostró en los Estatutos Generales su
apertura y su apuesta creativa y confiada.
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