20 dic 2019

Centenariode la CISC, El sindicalismo Cristiano


Guy_Ryder Director General (OIT)

 Este año celebramos el Centenario de la OIT (Organización Internacional del Trabajo). Por primera vez en ese siglo un hombre procedente del mundo del trabajo, el compañero Guy Ryder, ejerce de Director General de la misma, tras liderar la mayor central de trabajadores que ha conocido la Historia, la CSI (Confederación Sindical Internacional), 180 millones de trabajadores y trabajadoras organizadas en todos los países de la Tierra. Sin duda, el ascendiente sindical del Director General ha contribuido decisivamente a que la OIT haya emitido, en ocasión de su Centenario, un importante Manifiesto sobre el futuro del Trabajo, afirmando el valor superior del mismo y su primacía respecto a los factores materiales que lo circundan: finanzas, tecnología, robótica …

Pero este año deberíamos celebrar también, en paralelo al de la OIT, el Centenario de la CISC (Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos), fundada en 1919. Yo lo hago a través de estas líneas, consciente de que se me puede preguntar, ¿pero qué hace un sindicalista laico y aconfesional como tú, como la USO, en un Centenario del Sindicalismo Cristiano como éste?.

Pues muy sencillo:

1) Desde que la conozco me merece respeto y valor la Eneñanza Social de la Iglesia (ESI), de la que emana la CISC, y que afirma la dignidad y el valor intrínseco del Trabajo Humano, con independencia del régimen económico o político en que se produzca,  respecto a las doctrinas de la lucha de clases que valorizan y liberan el trabajo previa conquista del Estado y la implantación de la “dictadura del proletariado”, en el caso de la marxista-leninista. O la destrucción del Estado y la instauración del “comunismo libertario” en el caso del anarquismo o bakuninismo.

2) La ESI proclamó, hace más de un siglo, valores sociales y morales que hoy hacen propios todo el mundo en el campo sindical y socio-político progresista, tal vez sin saber su origen algunos de ellos. Me refiero a conceptos como solidaridad, justicia social, primacía y centralidad del Trabajo Humano sobre el capital y la tecnología … ¿les suena?. Recomiendo muy vivamente, llegados a este punto, la lectura del estudio “La sociedad del trabajo a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia”, de un intelectual fuertemente comprometido con el sindicalismo y el mundo del trabajo, Gerardo Corres, y amigo de un buen amigo, Daniel Jorajuría, uno de los líderes de la CTA argentina; con él y con el querido Carlos Custer tuve ocasión de reunirme y abordar este tema en mi última visita a Argentina el pasado Agosto.

3) Siempre sostuve, y con especial vehemencia en los últimos tiempos, que la deriva pragmática y burocrática del sindicalismo de clase y solidario amenaza gravemente la continuidad y progreso de este modelo de Sindicalismo para la transformación pacífica, progresiva y democrática de nuestras sociedades capitalistas. Es por ello que soy muy sensible al rearme socio-político, ideológico y utópico -en el mejor sentido de las palabras todo ello- del Sindicalismo y, por lo tanto, bienvenidas sean, con las adaptaciones a que haya lugar, las mejores contribuciones humanistas de la tradición marxista, cristiana o anarco-sindicalista. Creo que se me entiende.

4) A lo largo de mi vida he tenido ocasión de conocer a fondo la Confederación de Sindicatos Cristianos de Bélgica, la CSC, tal vez el mayor sindicato del mundo en términos relativos, pues agrupa a casi dos millones de trabajadores en un país con poco más de once millones de habitantes. Les aseguro que es difícil encontrar un sindicalismo más auténtico y eficaz que el de la CSC. Y más solidario; y de ello dan cuenta muchos sindicatos que luchan y resisten en países forzosamente empobrecidos, además de la USO en los duros tiempos del arranque democrático. Mil gracias Jeff, Robert, Willy, Josly, Alfons, Veronique …

Manuel Zaguirre Ex Secretario General USO
La CISC es, además, la primera internacional propiamente sindical que se crea en la Historia. Al calor, sin duda, de las ánsias de paz, justicia y progreso universales, generadas tras aquella masacre inconmensurable que fue la Iª Guerra Mundial.

Existían en la época los Secretariados Profesionales, o Federaciones Industriales, de inspiración socialdemócrata, la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores), bakuninista, y la Internacional Sindical Roja, de estricta obediencia del sovietismo triunfante poco antes en Rusia y países adyacentes y abducidos.

El ascenso del nazismo y el fascismo entre la Iª y la IIª Guerra Mundial prioriza la acción y coordinación supranacional de los partidos obreros en lógico detrimento del desarrollo internacional del sindicalismo. La CISC enfrentó, como no podía ser de otro modo, los regímenes nazi-fascistas y pagó un alto precio de represión, asesinato de militantes y dirigentes en los campos de exterminio, destrucción de sedes, ilegalización y persecución de organizaciones filiales …

Hasta después de la IIª Guerra Mundial no surge una Internacional similar a la CISC. Es la FSM (Federación Sindical Mundial), nacida al calor de la euforia de las potencias vencedoras del nazismo y el fascismo. La CISC no se integró en dicha FSM por considerarlo un artilugio geo-político más que una construcción sindical unitaria. Y así fue, lamentablemente. Con el estallido de la “guerra fría”, y tras una vida efímera, la FSM saltó por los aires. 

Con la marca originaria y el tampón de la FSM se queda la Unión Soviética y en ella se agrupan los sindicatos nacionales bajo la influencia de los partidos comunistas locales. Para el área de influencia de los USA y otras potencias democráticas, el llamado “mundo libre”, se creó la CIOSL (Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres).

La CISC afirmó su independencia y no alineamiento frente a la polarización y confrontación extrema de la FSM y la CIOSL, al tiempo que veía decrecer su implantación en Europa a causa de esa “guerra fría sindical” que en el Este soviético no dejaba vestigio alguno de pluralismo, y en el Occidente democrático –y capitalista- imponía mapas sindicales plurales o unitarios según conviniera a la obsesión anticomunista de los USA. Sé de lo que hablo; llegué a conocer al tipo, agente de la CIA muy probablemente, que en los 50 y en los 60 campaba por Europa “moldeando” paisajes sindicales. En España,  estuvo poco antes de la muerte de Franco; yo me entrevisté con él y me quiso dictar las alianzas de la USO en función de contener el “peligro comunista”, o sea, la fuerza de CCOO. Creo que a la mierda no lo mandé, pero me despidió con una especie de “te vas a enterar”, pero en inglés con acento de no sé dónde. Ya lo creo que me enteré, poco más de dos años después, de mi derroche de dignidad, independencia y tal …

A pesar de todo, la CISC, a mediados de los 60, tenía una implantación notable en Europa (Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Francia, Austria, Suiza, España …) y había echado raíces en América Latina y África, y en mucha menor medida en Asia también.

 Y en 1968, en el Congreso de Luxemburgo, la CISC se desconfesionaliza y se transforma en la Confederación Mundial del Trabajo (CMT). En 1973, en Evian, la CMT debate y aprueba el famoso  “Informe Máspero”, que afirma su vocación tercermundista y una perspectiva de socialismo humanista y autogestionario un tanto naif. 
Exactamente 38 años después, la CMT y la CIOSL, previa disolución de ambas, se fusionan en la CSI, a la que ya me he referido, en el Congreso Constituyente de Viena, en Noviembre de 2006. Y en ello estamos.

Mi agradecimiento y homenaje a cuantas personas de buena fe, mujeres y hombres anónimas, dieron lo mejor de sus vidas a lo largo de este siglo por la Solidaridad, la Justicia Social y la Dignidad y Primacía del Trabajo Humano sobre el capital y la técnica. Quiero concretar  ese homenaje en un compañero de la USO de Madrid, el inolvidable Valero Erans, que cada vez que me veía me reprochaba dulcemente que la USO no hubiera sido un sindicato cristiano desde su origen. Yo siempre le respondía lo mismo: Habla con Eugenio Royo y que él te lo cuente.

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