1 nov 2025

No sale de una cuando se mete en otra

 La alcaldesa de Santander parece empeñada en tropezar una y otra vez con la misma piedra. Ahora, su última cruzada consiste en oponerse con uñas y dientes a que el recinto de La Magdalena sea reconocido como Lugar de Memoria Histórica, concretamente las Caballerizas, que durante la Guerra Civil funcionaron como campo de concentración para más de 4.000 personas.

El argumento con el que trata de justificar su negativa no puede ser más insultante: que esta iniciativa “confronta a los ciudadanos de Santander”. Una excusa tan pobre como peligrosa, que pretende ocultar el verdadero motivo: negar el reconocimiento a las víctimas y borrar una parte incómoda de la historia.

Y, como si no bastara, la alcaldesa sigue empeñada en cerrar el diálogo. Lo demuestra también su negativa a que el Proyecto de Reforma de los Campos de Sport de El Sardinero sea analizado junto a los partidos de la oposición y otras entidades vinculadas al fútbol. Todo apunta a un intento de monopolizar el futuro negocio del Racing y rentabilizarlo políticamente en exclusiva.

Mientras tanto, los trabajadores municipales continúan movilizándose una y otra vez, exigiendo el cumplimiento de los acuerdos firmados hace tiempo. La respuesta del equipo de gobierno del PP: el silencio. Ni diálogo, ni soluciones.

A ello se suma la gestión cuestionada del SMTU, que incluso ha sido puesta bajo la lupa de la Agencia Española de Protección de Datos. Y el tiempo pasa, sin que la alcaldesa mueva un dedo.

El Ayuntamiento de Santander, bajo el mandato del Partido Popular, se ha convertido en una hacienda particular, donde solo vale su palabra. Se impone el autoritarismo político, el desprecio al diálogo y la falta de respeto democrático.

No solo con la oposición, sino también con los movimientos vecinales y sociales, que se ven obligados a recurrir a la movilización en la calle para que sus propuestas sean escuchadas.

Y no será porque no haya problemas urgentes. La limpieza viaria y la recogida de basuras, servicios públicos esenciales, llevan tres años bajo contratos de emergencia plagados de sobrecostes e incumplimientos, para acabar ahora en otro contrato temporal de 230 millones de euros y 10 años de duración. Una gestión que huele —y no precisamente a limpio—.

A ello se suma la deuda en parques y jardines, cifrada en siete millones de euros según el PSOE, y la continua falta de planificación en la renovación de contenedores soterrados. La ciudad acumula baches, deudas y un deterioro evidente de los servicios públicos.

Mientras tanto, el PP ya anuncia los presupuestos del próximo año sin consenso político alguno, en una línea continuista que perpetúa los mismos errores: falta de diálogo, improvisación y una gestión orientada más a la foto que a las soluciones.

Esa es la realidad del Santander de hoy: una ciudad gobernada por Gema Igual, más preocupada por salir en la foto que por gobernar con sentido común. Una alcaldesa entregada al fasto y al negocio, incapaz de ofrecer políticas serias en turismo, vivienda o empleo, más allá de las soflamas de siempre y las campañas de autopromoción.

El tiempo pasa, los problemas se agravan… y la ciudadanía sigue esperando un gobierno que escuche, dialogue y gobierne para todos.

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