Desde los ojos de quien no entiende de flamenco y de sus cosas, de quien le parece una forma de expresarse difícil de comprender por sus gestos y plasticidad, pero sobretodo, del porque tanto zapateado – con ritmo – pero ruido y mas ruido, hace unos días me fui haber Carmen al palacio de deportes del sardinero.
Tengo que reconocer que no soy muy aficionado a estos espectáculos, pero con el recuerdo de otro al que asistí en la Alhambra de Granada “El amor brujo”, me decidí a entrar en la historia aflamencada de Carmen la gitana cigarrera y por lo visto, uno de los referentes de lo historia andaluza.
De entrada un desastre en la colocación del publico, media docena de personas encargadas de decir cual era tu fila, para que tuvieras que buscarte la vida en un recinto excesivamente grande para un evento que solo tuvo media entrada siendo muy generoso, pero que estaba preparado para el todo Santander , que se quedo en casa, generando nuevas incomodidades, por el trasiego de personas que hasta bien entrado el espectáculo se movieron desde las gradas a las sillas de primera fila, con el consiguiente desprecio no solo a los espectadores, sino a los artistas que durante hora y media pusieron todo su arte en el desarrollo de la obra.
Esta claro que todo tiene su publico y a qui en Santander estas cosas nos cuestan un poco comprenderlas y por lo visto respetarlas. Pero bueno ya esta bien de critica organizativa, confío que la empresa promotora el palacio del mar haya tomado buena nota para el futuro.
Y en eso estábamos cuando las trompetas y tambores de la Banda del Santísimo Cristo de las Tres Caídas de Sevilla, empezaron y no acabaron de tronar el recinto, acompañando todos y cada uno de los retazos de la historia de Carmen, mujer luchadora y referente de libertad, que a unos militares postrados a sus pies les hizo perder la cabeza.
Carmen que debió de ser una mujer muy hermosa y bien plantada, con su baile de la paloma – muy aplaudido por el publico – nos recordó su ansia por la libertad que la llevo a rechazar “el anillo y la corona” para vivir libre de ataduras y con ello ejemplo para su pueblo.
Luego fueron pasando, momentos de cierta hermosura, como fue el baile en torno a la Habanera de la opera de Carmen de Bizet, y la danza de un precioso caballo blanco, bien domado y dirigido por su montura al que logro sacarle bellos pasos de danza y plasticidad que dieron replica al baile de Carmen quien en perfecta sintonía arranco los aplausos.
Tengo que decir que a pesar de no conocer con detalle, la historia de Carmen, resulto relativamente fácil entender lo que en el escenario se estaba representando. Cantaores de lo jondo, acompañados por dos magníficas guitarras, fueron narrando las vicisitudes de Carmen, sus amores y celos de quienes amando no se resistieron a matar.
Aplausos para una compañía de teatro que recorre los escenarios del mundo entero, interpretando a través del baile la historia de una mujer valiente donde las hubo y emblema para el pueblo andaluz.
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