

Recuerdo que durante el camino hicimos
una parada para recoger a Ramón Carrancio, quien durante algunos años,
compartiría militancia sindical en la USO, para posteriormente tomar el camino
del movimiento vecinal y político.
Sin saber muy bien lo que iba a pasar al
menos yo, en un viaje totalmente novedoso para un joven de 20 años que hasta la
fecha su mundo sindical se movía entorno a un grupo de curas obreros, y la
asistencia a reuniones que se convocaban
en la HOAC y JOC, entre otras, acabamos en un bar en los alrededores de
la Estación de Atocha, un bar que no tenía ninguna característica que hoy pueda
destacar, donde unos paisanos jugaban a las cartas y bebían unos chiquitos de
vino, totalmente ajenos a la causa por la que nosotros estábamos allí, al menos
eso es lo que a mi me pareció.
Recuerdo que estuvimos esperando
pacientemente durante algún tiempo, hasta que un buen señor se acerco a
nosotros nos pregunto si éramos los de Santander y nos hizo pasar a una
trastienda que tenia el bar detrás de una puerta perfectamente camuflada con
una barrica, allí estaban mas compañeros de otras provincias, y dirigentes
políticos de la Federación de Partidos Socialista, y de USO, se trataba de una
reunión de captación, donde te ponían al día y te lanzaban a la militancia, me
imagino que después de cierto conocimiento de las personas que allí estábamos,
desconozco quien hablo por nosotros, aunque me imagino que lo hizo bien por lo
bien que fuimos recibidos.

Y como estaba previsto sin apenas pasar
un mes nos llamo Bonifacio Rojo, Secretario General de USO en el País Vasco, con
quien contactamos en el atraque de las lanchas de los diez hermanos en el paseo
marítimo, después de un breve saludo nos entrego una caja de cartón cargada con
folletos de propaganda de la USO, y adiós parís que se quedo sin gente, vuelta
al nerviosismo y a la gran pregunta “ahora que hacemos con esto”.
Recuerdo que Mario Gutiérrez Barbero
tenia un pequeño local en general dávila, y allí fue donde llevamos la propaganda haciendo durante algún
tiempo de aquel local nuestro cuartel general. Allí celebramos las primeras
reuniones clandestinas en las que nosotros también hacíamos lo que aprendimos
en aquel bar de Atocha, charlas de concienciación y de militancia ahora ya, a
favor de la USO, del que no conocíamos apenas nada, solo lo que pudimos leer en
la propaganda que nos dejo el bueno de Boni a través de un pequeño folleto “Así
es la USO”.
Y ese fue el comienzo de una militancia
cargada de ilusiones y de miedos, de actos clandestinos, de reuniones que no
tenían fin, una militancia con un discurso político y a la vez sindical, donde
la palabra democracia y libertad ocupaba muy buena parte de nuestro trabajo,
convencidos de que en las fabricas y en los barrios nos esperaban. Así fue como
empezamos a contactar con otros compañeros, en reuniones no exentas de cierta
tensión, a las que asistían trabajadores con los que previamente habíamos
mantenido contactos privados, compañeros invitados a reunirse en lugares
seguros para hablar de lo que “pasaba” intercambiar estrategias,
cruzar algún que otro nombre, reuniones para entregar un puñado de hojas y repartirlas al día siguiente en el tajo, para
hablar de los compañeros que habían perdido el trabajo y de sus familias, o de
los que estaban represaliados por los tribunales de justicia, y de tantas y
tantas cosas que encerraba la militancia obrera de aquel entonces.
Como sedes improvisadas los salones parroquiales
de las iglesias del Barrio Pesquero, Peña Castillo, Sierrapando entre otras,
donde nos sentíamos seguros frente a la policía, donde estaban los sacerdotes
comprometidos con los trabajadores, que daban la cara por nosotros, “curas
obreros” como se les llamaban por aquel entonces, ellos eran los primeros en
ponerse a la puerta de la iglesia a nada que se acercara la policía, parroquias
que nos dieron cobijo, donde discutir y planificar las estrategias, sindicales.
Durante algunos años Mario Gutiérrez
Barbero estuvo militando en la USO, aunque no era precisamente lo que más le
motivaba, Mario era un intelectual, un hombre de izquierdas, en cierta medida
un radical, en la defensa de los valores sociales, tenia perfectamente marcadas
las pautas de actuación en todo aquello que se embarcaba, sobremanera en el movimiento
ciudadano que por aquel entonces estaba en ciernes en nuestra región, fundó la
Asociación de Vecinos La Encina, una de las primeras asociaciones,
conjuntamente con Isabel Tejerina y Santos Saldaña.
Fue parte sustancial de la vanguardia de
la política regional que se abría camino entre los nuevos partidos políticos,
en ellos participaba el abogado Mario García Oliva – que durante algún tiempo ayudo
a la USO - Martínez de la Pedraja, líder del movimiento ganadero, Daniel
Callejones Prieto de la Democracia Cristina liderada por Joaquín Ruiz Jiménez,
por eso no me extraña que los contactos políticos de Mario nos llevarían
aquella semana santa a Madrid, para el compañero Mario ese viaje formaba parte
de una estrategia política, en torno al nuevo socialismo regional, aunque al
final lo que nos trajimos fue la USO, el
socialismo ya tenía referente en Jaime Blanco García.
Y así con cierto nivel de improvisación,
fue como la USO se puso en marcha en Cantabria, un viaje a Madrid, treinta
kilos de propaganda, un megáfono y la ilusión por defender la causa de los
trabajadores y la democracia, fueron los utensilios con los que construyo el
sindicato. La USO por aquel entonces a nivel nacional y en otras regiones
españolas era muy conocida, pero en Cantabria todavía no había tenido la
posibilidad de entrar, y fuimos precisamente nosotros los que pusimos la
bandera.
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