Recientemente cayo en mis manos un libro argentino titulado “De milongas y milonguer@s”, en cuya publicación se incluye un apartado dedicado a los turistas que visitan Buenos Aires, distinguiéndoles en dos grandes grupos, por una parte, los que acuden a visitar la ciudad y disfrutar del tango, sus espectáculos y milongas donde se puede ver bailar, y por otra, los que van a ejercitar el baile y tomar clases aprovechando su amplia oferta de milongas, a cuyos visitantes los llaman “extranjeros”.
Esta publicación según mi
criterio trata con cierta desconsideración a los turistas y/o extranjeros que
acuden a Buenos Aires por el tango, al considerarlos personas invasoras de su
territorio la milonga, que lo asaltan todo, por no tener practica en la “técnica
de la mirada y el lenguaje gestual – el cabeceo - en las milongas” a la hora de
sacar a bailar.
Y digo falta de “consideración”
con cierta tristeza por lo que tiene de réplica al relacionarlo con las
aportaciones económicas que este colectivo viene haciendo con motivo del Festival
Mundial del Tango, entre otros, en su mayoría en la ciudad de Buenos Aires.
Solo hace falta ver la
estadística para comprobar la alta participación – por ejemplo 2008 y subiendo
año tras año con más de 200.000 asistentes de ellos el 45% de Europa y el 20%
específicamente con motivo del tango - y su aportación económica con las
compras generalizadas en discos, zapatos, ropa diversa de tango, etc., además de
incrementar el alumnado en las academias de baile, e ingresos para profesores y
acompañantes de tango conocidos por Taxi-Dancers
o partners, para destacar lo injusto de este análisis.
Dice esta publicación que
las agencias que entienden sobre el tango, entre otros, vienen asustando, - según
mi criterio de forma exagerada - con el tema de “los códigos tangueros en las
milongas” presionando a los visitantes para que los respete de forma
escrupulosa “si quiere desenvolverse bien y, sobre todo, bailar”, a la vez que
elevan a la consideración de “muy mala educación” cuando simplemente el turista
y/o extranjero, se acerca a la mujer para invitarla a bailar. Y por si fuera
poco y ante tal osadía, estas agencias recuerdan que les pueden considerar como
un “novato e inexperto”, por mucho que pudiera ser un magnifico bailarín. Está
claro que el cabeceo, sigue estando por encima de la cortesía y la buena
educación, que le vamos a hacer.
Y ya puestos, una cita de
este libro que coloca a los turistas y/o extranjeros, a altura de “consumidores
compulsivos de expresiones tangueras que se califican de auténticas, incluso de
patrimonio cultural” cuando son meros atracos al bolsillo del turista, especialmente
en algunos espectáculos de tango que en muchos casos se pagan a precio de oro y
que son de muy baja calidad.
Pero claro la realidad es
que el tango, es un mero negocio, al menos para los promotores de las milongas,
academias, espectáculos de tango, etc., y como tal a de tratarse también entre
los propios argentinos, como lo empieza a ser también en Europa.
Por mucho que les pese, y se empeñen en conservarlo como un baile diferencial, cerrado y propio, cargado de sentimientos, sensibilidades, códigos, hechos culturales, etc., a los milongueros argentinos no les debería preocuparse en exceso, la afluencia del turismo en las milongas, el turismo no se va a terminar y el tango ya es Patrimonio de la Humanidad y como tal se baila como divertimento en el mundo entero, formando parte de la distracción de muchas personas, que se resisten a encorsetar el tango y sus manías.
Totalmente un negocio del que vive mucha gente
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
ResponderEliminarMe llama la atencion los puristas del tango que ven en el divertimento del baile, una especie de filosofia a la que se debe rendir cuenta a traves de los "codigos", como el cabeceo, entre otros. En Argentina por lo visto los turistas que van a las milongas molestan y desvirtuan esa "filosofia". Cuidado que en España tambien tenemos puristas dispuestos a importar con rigidez esos codigos, olvidando que los mismos ayudan al desarrollo de la milonga no a condicionarla.