Me
imagino que será cosa de tiempo y de ir ganando confianza. En primer lugar, en
la vacuna, que sí parece hace su efecto, y que algunos se empeñen en echarle
porcentaje a su eficacia, con una especie de competición entre Pfizer, Astra
Zeneca, Janssen, etc., y de otra la televisión para que se vayan poniendo de
acuerdo los expertos, periodistas, médicos e investigadores varios y sobre todo
políticos y tertulianos - que lo saben todo - y no hacen mas que generarnos
miedos y desinformación con la que manejarnos, pero bueno al final, será la
vacuna la que nos pondrá el sentimiento de que ya estamos curados hasta del
miedo.
Uno
de esos lugares que voy recuperando, es el Bar San Luis, el bar que desde el
año 1976 ha venido acompañándome día a día en mi alterne habitual, el lugar de
encuentro de los amigos y compañeros de barra (bueno por ahora prohibido) que nos
brinda una magnifica solera de vino blanco de barrica añeja, y que a precio
razonable nos proporciona un rato agradable a las personas del barrio y
transeúntes varios que cada vez más, pasan por la calle San Luis, recién remodelada,
y con aspecto de avenida, en lo que antes era una calle de tercera.
Para
citar al Bar San Luis y sus barricas de vino añejo, es necesario, recordar a
Pepe - el “Jefe” que dirían los jóvenes que frecuentan el bar - recientemente
fallecido, a su esposa Chari, y como no, a Jose su hijo, “alma mater” del
establecimiento que con su socarronería y sin perder un gramo de olfato
tabernero, es capaz de agradar a la clientela de cierta edad a la hora del
blanco, y a la juventud en la de tarde noche generando un magnifico ambiente
que bien merece una visita.
Hace
algún tiempo ya hice una “Oda al blanco de solera”, citando al Bar San Luis
como lugar excelente para su degustación, por eso, no voy a reiterarme alabando
lo que ya saben los amigos que siguen habitualmente mi blog. Para los nuevos,
animaros a pasar por el bar a tomar una copa de vino blanco, un trago humilde
que muchos compararan con los blancos de rueda, para descalificarlo – que de
todo hay - pero que nada tiene que ver.
En Cantabria tenemos un magnifico blanco, del que siempre hemos presumido, pues eso, cuidemos el buen blanco, sus soleras que lo guardan en barrica noble, y a los pocos taberneros que con cariño las conservan y la mejor forma de hacerlo es pasando por sus establecimientos, también para volverle la cara al jodido Covid para que no nos amargue la vida.
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