En el tango El Llorón de Enrique Cadicamo, al personaje se le cita como El Picaflor del Norte (Colibrí pequeño de tierras bajas) experto en la conquista de la mujer a través de una sutil estrategia, la de hacerse el llorón, sin importarle lo que otros puedan pensar, porque para la seducción el llorón es un artista y no hay quien se le resista.
Y asi el llorón
va conquistando mujeres, haciéndose el cortes, y como dice el tango - mientras
que por diversión tallo y trompo - va ofreciendo flores, con su pico de jarabe dulzón,
siendo el primero para el enamoramiento.
Yo soy, para el amor muy blando
Y la mujer, pa´ conquistarla
Yo le hago ver de cuando en cuando
Que hay que llorar pa´ enamorarla.
En el tango
Niño bien se desnuda la mentira del pretencioso y engrupido personaje que
presume de la nada y que pretende engañar a todos y a todas a través de un
personaje que al final solo es mentira por mucho que se disfrace.
Y el tango duro con la apariencia, vuelve
una y otra vez a dejar al personaje en el ridículo más espantoso, recordando
que su nacimiento fue en el suburbio en un bulín alumbrado a querosén de una
familia con pedigrí bastante turbio y no de una familia bien como presume. Y
como receta final para el engrupido niño bien el tango le cita la hilacha que
le cuelga de la manga para decirle que la puede lucir detrás del mostrador como
dependiente.
Niño bien, que
naciste en el suburbio
De un bulín alumbrado a querosén,
Que tenéis pedigrí bastante turbio
Y decís que sos de familia bien,
El tango canción Haragán de los
maestros Manuel Romero y Luis Bayón Herrera, se personaliza a todos
aquellos que hacen de la gandulería su oficio, mientras se creen nacidos para
ser sultanes, a ellos, les dice el tango que salgan del letargo, que despierten
de la siesta y se pongan a ganarse el pan.
A ese haragán
le ridiculiza el tango, recordándole que el día que se caso, el cura le dijo
que la cosa debía ser mantener a la mujer, y no al revés como el haragán lo
entiende y quiere, por eso la mujer harta de soportar tanta gandulería lo manda
al campo a cachar giles a engañar a tontos, porque estar enamorada y vivir del
cuento no da para tanto.
dijo el tipo ‘e la sotana:
"El coso debe siempre
mantener a su fulana".
Y vos interpretas
las cosas al revés,
¿que yo te mantenga
es lo que queréis?
Al campo a cachar giles
que el amor no da pa' tanto.
A ver si se entrevera
porque yo ya no te aguanto...
El personaje
mítico del tango Garufa del musico y compositor Juan Antonio Collazo Patalagoiti,
nos describe a un milonguero elegante, cargado de ambición, cumplidor con su
laburo durante la semana, y milonguero rompedor el sábado noche.
Ese garufa divertido, de quien dijo
su madre ser un bandido, porque le vieron salir del Parque Japones, bailador de
pro, que en cuento llega a la milonga se convierte en el mejor vareador el que
mejor coquetea con las mujeres, y capaz de bailarlo todo – la Marsellesa, la
Marcha garibaldi y El Trovador – pero que cuando vuelve a casa se conforma con
un café con leche y una ensaimada, a la vez que se reconoce como la mejor rana
un avispado fenomenal.
Un personaje de los que abundan en
el tango, siempre dispuesto a la apariencia pero, especialmente los fines de
semana, que se transforman como dice el tango canción en un garufa por lo bacán,
doctor elegante con polainas y cuello duro, agradable siempre, el mejor para la
milonga y la jarana.
Caes a la milonga en cuanto empieza
y sos para
las minas el vareador;
sos capaz
de bailarte la Marsellesa,
la Marcha a
Garibaldi y El Trovador.
Con un café
con leche y una ensaimada
rematas esa
noche de bacanal
y al volver
a tu casa, de madrugada,
decís:
"Yo soy un rana fenomenal".
El Apache argentino, es otro de los personajes del tango, que nos narra a un milonguero de raza y de gran astucia y valor. Este tango canción es obra del pianista y compositor uruguayo Manuel Aroztegui, quien toda su obra artística la llevo a cabo en Buenos Aires.
La
poética del tango nos describe a este Apache Argentino, como un hombre
valiente, dispuesto “a vengar con coraje a quien se atreva a ultrajar a su
amor”, astuto, altivo y por supuesto diestro con el puñal para hacer frente a
cualquier canflinfle, proxeneta o matón, un ser desheredado de la fortuna, pero
de muy noble de corazón.
Es el
apache argentino
el tipo fiel de una raza
que se echa ‘e ver por su traza
la astucia de su valor.
¡Y ay de aquél que se atreviera
a hacer de su amor ultraje!,
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