Marcos Martínez
Romano.
Ex miembro del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos.
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La política cántabra
vive momentos convulsos. El PP ante una posible ruptura. Ciudadanos ya roto,
con una mezcla de virreyes impuestos desde Madrid y tránsfugas locales; el PSOE
ante unas primarias que pueden desembocar en su renovación, la cual tendría que
lidiar con unos cargos ejecutivos contrarios a su línea política; y Podemos,
ante su tercera crisis en dos años y medio de vida.
Solo el PRC mantiene la
estabilidad interna. Que unida al carisma de su líder y a su capacidad de
erigirse como el defensor de los intereses de Cantabria frente a los agravios
de Madrid, le convierte en el claro favorito a ganar las
futuras elecciones autonómicas.
Sin embargo, pese a
esta aparente estabilidad y a la habilidad de Revilla para construir relatos
que enmarquen la realidad de manera favorable a sus intereses, Cantabria no
muestra demasiados signos de mejoría real. En especial, por la incapacidad del
Gobierno en desarrollar un proyecto a largo plazo que dibuje el horizonte por
el que debemos transitar para dejar de ser una Comunidad basada en el empleo de
baja calidad y sin atención a su diversidad medioambiental, patrimonial y
cultural.
Desde mi punto de
vista, PODEMOS podría tener la llave para afrontar estos retos a largo plazo.
Al ser una fuerza sin hipotecas con ningún poder fáctico que le exija
aprovechar la cierta recuperación macroeconómica para volver a basar nuestro
futuro en una política de ladrillazo y macroproyectos irracionales.
Para ello, es fundamental afrontar la actual crisis con la capacidad de mirar hacia atrás buscando detectar los problemas estructurales que nos han llevado a esta situación, sin caer en la tentación de buscar explicaciones de parte para narrar lo sucedido. Y, desde ahí, poner la vista en el futuro con la firme intención de construir una organización abierta, inclusiva y plural que pueda atraer todo el talento y energía necesarios para afrontar la construcción de un horizonte a largo plazo para Cantabria.
Para ello, es fundamental afrontar la actual crisis con la capacidad de mirar hacia atrás buscando detectar los problemas estructurales que nos han llevado a esta situación, sin caer en la tentación de buscar explicaciones de parte para narrar lo sucedido. Y, desde ahí, poner la vista en el futuro con la firme intención de construir una organización abierta, inclusiva y plural que pueda atraer todo el talento y energía necesarios para afrontar la construcción de un horizonte a largo plazo para Cantabria.
Con ese objetivo, muchos inscritos creen en la necesidad de una convocatoria de primarias para elegir una nueva dirección. Incluso la llamada “Comisión coordinadora”, parece verse obligada a asumir esta postura, tras el movimiento de círculos que ha desembocado en el encuentro del día 15. Pese a concordar con esta idea, me resulta insuficiente.
Si queremos estar en condiciones de ser una fuerza percibida por la ciudadanía como capaz de encarnar un modelo sostenible para Cantabria, necesitamos constituirnos como un partido solvente en condiciones de dejar atrás las luchas cainitas. Esto será imposible, si no buscamos acordar unas bases comunes ampliamente consensuadas por el conjunto de la organización. Es tiempo de hablar de propuestas políticas y organizativas. De acometer un proceso constituyente amplio en Podemos Cantabria sin tutelajes externos ni las prisas como bandera.
Sin este proceso que derive en la creación de un marco normativo amplio que nos aglutine a todos y que todas las candidaturas tengan que asumir antes de competir entre ellas, de nuevo regirá la ley del vencedor sobre el conjunto de la organización. Excluyendo de esta forma al resto y abriendo la posibilidad a una nueva fractura.
Es necesario reconstruir Podemos Cantabria de forma que a su interior quepan diferentes proyectos y opiniones que reconozcan la legitimidad de las demás para que los conflictos inherentes a la política se desarrollen sin llegar a la ruptura.
En la construcción de ese marco general deberían ser prioritarias las cuestiones que hasta ahora han generado los más graves conflictos. Asuntos tales como la relación entre la dirección política y el Grupo Parlamentario o la gestión de los recursos. Además de otras cuestiones que se han revelado fallidas, como el número de personas que deben formar la dirección política o la estructura territorial del partido. Ambas cuestiones hasta hoy replicadas de la estructura estatal, se han mostrado del todo inoperativas. Simplificar las estructuras de dirección y afrontar la comarcalización de la organización (como paso previo a la propuesta de comarcalización de Cantabria), son cuestiones acuciantes.
Así mismo, este “proceso constituyente” sería también el lugar en el que se desarrollara un debate político que marque nuestra agenda y nuestra relación con el resto de actores cántabros. Como apuntaba antes, creo que en Podemos está la mayor potencialidad para cambiar esta tierra, pero mostraría una gran ceguera el hecho de querer hacerlo solos. Por eso, por un lado, tenemos que debatir con otras fuerzas políticas de cambio y acercarnos a la sociedad civil aún más alejada de nosotros: asociaciones y colegios profesionales, Universidad, intelectuales, referentes culturales, etc. Y, por otro lado, tener claro que necesitaremos tratar de sembrar las condiciones para que la cara más progresista del PRC y el PSOE se imponga. Para esto, que el futuro se abra paso en las primarias del PSOE, puede ser una muy buena noticia.
A partir de ahí, cada candidatura tendría un cierto margen para desarrollar su proyecto político, pero siempre sobre las bases acordadas previamente. Solo así podremos reconstruir Podemos Cantabria y generar una oportunidad de futuro para nuestra tierra. Probablemente estemos ante la última oportunidad para ello.
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