Van
pasando los días y lo que pareció un escándalo político, económico y social,
que ocupo hasta la celebración de una comisión de investigación por parte del parlamento
regional, hoy parece un asunto olvidado a pesar de haber sido resuelto incluso
por la Audiencia Provincial de Cantabria.
Me
estoy refiriendo a Ecomasa, la sociedad nacida al albur del gobierno regional,
en aquel tiempo en manos del Partido Popular, y en la que se unieron multitud
de errores administrativos y de gestión hasta convertirla en uno de los mayores
fraudes conocidos en Cantabria en manos de la administración regional.
Atrás
quedaron 18 millones de euros públicos, y 3,2 millones de los ochenta y ocho
trabajadores, que confiaron en un
proyecto empresarial fracasado, perfectamente avalado por la administración
autonómica y que los dejo cesantes, con alguna que otra promesa de empleo – que
vaya usted a saber si se ha cumplido – y sin poder recuperar la aportación
económica que hicieron a Ecomasa. Una sociedad creada para salvar a
Teka Industrial y que contó con el asesoramiento e inversión de los organismos
estrella de la Consejería de Industria Sodercan e I.C.A.F que según la
sentencia de la audiencia provincial “asistía regularmente a las reuniones del
Consejo de Administración”, por lo visto incapaz de resolver la malversación de
fondos urdida por los señores Lavín y De León.
Durante
cuarenta y tres comparecencias parlamentarias, todos pudimos leer en prensa e
incluso en actas, las explicaciones que los unos y los otros fueron dando para
justificar el fracaso de Ecomasa, y lo que es más importante, encontrar las
causas y la posible recuperación de los dineros públicos perdidos entre la más
absurda ingeniería empresarial de sociedades que se iban sucediendo una tras
otras en operaciones de compra venta, incapaces de poner orden en la fabricación y
venta de las famosas estufas.
Pero
todo fue inútil, los políticos que gobernaban de aquel entonces, embozados en
su afán de servicio público a favor de los trabajadores, libraron bastante bien
su responsabilidad ante el fracaso de Ecomasa, y los actuales lejos de instar
las obligaciones pertinentes, parece se quieren callar apresurándose a poner en
él debe los 22 millones de euros perdidos en la inmensidad de operaciones
contables del holding empresarial, eso sí, bajo la promesa del nunca más, a la
vez que como Sodercan, se va dotando de nuevas sociedades de consulting, que
prometen revisar con más detalle las nuevas inversiones públicas.
Al
final lo que queda es una sentencia, que hasta la fecha confirma la
“declaración de culpabilidad del concurso de Ecomasa” - solo por el retraso en
la solicitud de este - una inhabilitación para administrar bienes ajenos para
los imputados, y la imposibilidad de recuperar los dineros públicos mal
gastados, más allá de pequeñas cantidades
en la cobertura del déficit concursal”, nada de nada, una mala historia
que quedara en los anales de la administración regional como algo pasajero y de
la que nadie será responsable, que pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario