Los ejes fundamentales
son declaraciones de principios excesivamente genéricos cargados de voluntad
política que se les presupone a todos los partidos y políticos que viven de
ello. Por ejemplo, la «protección a los derechos de las personas», un «empleo
de calidad donde no haya discriminación entre hombres y mujeres» o la vivienda,
que más que un derecho está siendo una guerra constante —defendida de forma
magnífica por la Plataforma Stop Desahucios de Cantabria—.
Esta guerra
también ha afectado a otros colectivos a los que el Pacto comprometió
soluciones urgentes, y solo con movilizaciones están a punto de conseguirlo: la
Ley de Memoria Histórica y la Ley de Garantía de Derechos de las Personas
Lesbianas, Gais, Trans, Transgénero, Bisexuales e Intersexuales y No
Discriminación por Razón de Orientación Sexual e Identidad de Género (Ley LGTBI
de Cantabria).
También, otros buenos deseos que nos recuerdan lo importante que es la Sociedad para el Desarrollo Regional de Cantabria (SODERCAN) y el resto de sociedades públicas —algún día hablaré de su utilidad—; el constante «empuje» del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, ahora para tratamientos experimentales; las obras públicas, siempre pendientes de los dineros que nos llegan del gobierno nacional y/o Europa, porque nuestro presupuesto regional está más seco que la mojama —y más ahora que se han empeñado en no meter mano a la fiscalidad regional—, y, ya puestos, un Plan Regional de Ordenación del Territorio (PROT), como iniciativa fundamental para los años venideros. Esto de deberes para las siguientes legislaturas.
El Presidente Revilla anda estos días un poco liado recordando lo que el Pacto reclama como «compromiso prioritario», y no le falta razón, porque si fracasa en esto ya puede romper el resto de las hojas.
Cuatro son las
promesas: la financiación íntegra de la obra de Valdecilla; la conexión
ferroviaria Santander-Madrid, que a la fecha no se sabe ni cómo llamarla; el
tren a Bilbao, que, según parece, nos va a resolver todos los males, y el «proyecto
estrella» del Llano de la Pasiega. Estas cuatro iniciativas, de mucho interés, dependen
del gobierno nacional. Veremos cómo se porta.
Por lo que
afecta al resto del Pacto, lo dicho: «Mucho de Boo y poco de Guarnizo». En
materia sanitaria y políticas sociales, otra vez Valdecilla, gestionar bien la
sanidad, poner «guapa» la cartera de servicios sanitarios, desarrollar la Ley
de Igualdad, ver qué se puede hacer con la brecha salarial y, ahora que estamos
en momento de crisis económica y social por culpa del covid, abrir todos los
espacios de ayuda económica a los sectores más desfavorecidos, para luchar
contra la pobreza infantil y familias desfavorecidas, darle un achuchón a la
Ley de Renta Social Básica y estudiar con los ayuntamientos la creación de escuelas
infantiles de 0 a 2 años.
El pacto de
gobierno en materia de empleo tampoco aportaba compromisos reales —y ahora con
la crisis del covid, apaga y vámonos—, literatura difícil de valorar, a no ser
con la estadística de desempleo que, al cierre de 2020, arrojaba datos muy
preocupantes: 5 900 parados más que el año anterior, cifra que se eleva a
42 629 —un repunte interanual del 16 %—.
Por lo tanto,
¿de qué pueden servir las buenas intenciones del pacto de gobierno? «Promover
el empleo digno y bien remunerado, recuperando derechos laborales y combatiendo
el fraude», buena decisión si no fuera por los silencios que mantienen los
socialistas y regionalistas ante la reversión de la reforma laboral que están
pidiendo los sindicatos y otros partidos. Aunque no importa mucho: con una «hipotética
colaboración de la inspección de trabajo» parece que lo van a resolver, y para
los jóvenes, «un mecanismo de garantía juvenil para acompañarlos en su primera
experiencia laboral». Y el «diálogo social» que no falte; es la receta para
quedar bien ante los ciudadanos. No hacemos mucho pero hablamos y hablamos lo
que haga falta.
Respecto a las
pymes y autónomos, apenas dos líneas para anunciar que el Gobierno va a «crear
nuevos incentivos, especialmente para jóvenes, parados de larga duración,
mujeres mayores de 45 años, para que los puestos de trabajo que se consigan
sean inclusivos y sostenibles». ¿De qué folleto abran sacado este latiguillo?
El apartado de
«estrategia industrial», tan citado por todos los partidos, sindicatos, empresarios,
etc., tampoco aporta compromisos de interés. Seguimos con las vagas palabras de
apoyo, crecimiento, impulso, fomento, etc. Así, el Gobierno, sin mucho más que
decir, se «compromete a apoyar a las empresas, a impulsar nuevos proyectos, a
fomentar la industria del conocimiento» —faltaría más—. Algo más concreto para
la industria de la salud, la agroalimentaria, la pesquera, la forestal y el eje
logístico La Pasiega-Corredor del Besaya, que parece que están siendo
desarrollados con cierto interés.
De «poner en
marcha la mina de explotación de zinc» mejor ni hablar, otro fracaso, al menos
por ahora. La empresa que se anunció a bombo y platillo se desinfla y, con
ello, las expectativas de empleo y la rentabilidad a futuro de las
instituciones locales que ya veían en ello un negocio rentable.
Toca saber si
las arcas públicas se han dejado algún que otro euro en el proyecto industrial,
aunque ahora con menos preocupación, al menos para los técnicos que, por parte
de la Administración regional, le dieron el visto bueno. Si fueran los de
Sodercan, tranquilos, la póliza de seguro millonaria —por importe de 86 000
euros— que han suscrito ya les tiene blindados ante la posible responsabilidad
como gestores y la propia entidad.
Lo que sí parece
que se va cumpliendo, aunque de momento se queda también en deseo, es «alcanzar
el 2 % del PIB en I+D+i». Por ahora, lo previsto para el presupuesto de
2021 solo será del 1 %.
Ya puestos, qué
decir de la apuesta por «desarrollar un programa de retención y atracción de
talento, a la vez que propiciar el retorno de los científicos». Este apartado
del pacto de gobierno converge con la CEOE en su programa Cantabria 2030.
La estrategia
turística del Gobierno regional está muy lejos de la del Ayuntamiento de
Santander, que, con su programa Santander
a punto, al menos sobre el papel está más desarrollada. Para el pacto de
gobierno, de lo que se trata es de prolongar la temporada turística más allá
del periodo estival, a través de la marca España Verde; propiciar la llegada de
turistas con dinero, a quienes se les incrementará el precio medio de la
estancia; un Plan de Mejora de Infraestructuras Turísticas y meter mano a los
establecimientos de hospedaje ilegal.
Con Guillermo
Blanco como consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y
Medio Ambiente, se abrió cierta expectativa por una mayor concreción en los
trabajos políticos siempre residuales en la política regional. Pero el pacto de
gobierno tampoco precisa mucho: un plan para luchar contra el despoblamiento,
otro para los temas forestales y ley de montes, otro para la ordenación del
territorio… Y un deseo: impulsar la ordenación urbana de los municipios; cómo y
cuándo quedan a futuro, vaya usted a saber.
Por lo que
afecta al medio ambiente, más de lo mismo: planes para la restauración de
espacios degradados, reordenar la Bahía de Santander, tratar la calidad del
aire y el ruido, los incendios forestales, el plumero y la avispa asiática.
Al leer el plan
de gobierno, da la sensación de que estamos empezando, porque todos son nuevos
planes y otros protocolos, como si hasta la fecha esta literalidad de
propuestas no hubiera estado en los programas de otros gobiernos recientes.
Lo que sí parece
más concreto es el apartado de infraestructuras —y las conexiones ferroviarias
con Madrid y Bilbao—, condicionado en exceso a las relaciones con el Gobierno
de España y a la influencia que el voto del diputado José María Mazón pueda
ejercer en el Congreso de los Diputados. Veremos si al final algunas de estas
infraestructuras se llevan a cabo.
¿Será esta una
legislatura perdida? Así empecé y así termino, con la incógnita que genera ver
al Gobierno regional gestionar en su totalidad la covid-19; al Parlamento
buscar las vueltas a los fallos que de esta se están detectando; al presidente
Revilla recordar al Gobierno central, una y otra vez, los compromisos firmados,
mientras que la parte socialista calla fiándolo todo al futuro, y todos
esperando al Plan de Recuperación económica de la UE.
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