8 sept 2025

La alcaldesa de Santander avanza gracias al colchón de Vox

 


El pasado domingo, el periodista Jesús Serrera, en su habitual editorial en El Diario Montañés, trazaba con acierto una relación de los muchos asuntos que siguen pendientes en la gestión de la alcaldesa de Santander, Gema Igual. Una lista amplia, reflejo de problemas políticos mal-resueltos que, lejos de reforzar su imagen, amenazan con restarle reconocimiento ciudadano y, en consecuencia, generar cierto estancamiento de cara a las próximas elecciones.

Conviene precisar que Serrera no fue más allá: se limitó a exponer esos asuntos y a insinuar, con la elegancia que le caracteriza, la posibilidad de que el futuro de Igual pudiera orientarse hacia espacios políticos de ámbito nacional de la mano del presidente Feijoo.

Lo cierto es que la falta de eficacia en el Ayuntamiento tiene una raíz evidente: la ausencia de diálogo real entre el PP y el resto de formaciones políticas. Existe una mayoría tácita, tejida entre PP y Vox, que sin ser explícita opera como un colchón de seguridad para la alcaldesa. Igual sabe bien que, sobre todo en los momentos críticos, Vox no la dejará caer. Esa dinámica, sin embargo, ha desactivado en buena medida el frente común que en su día pudieron articular PSOE, PRC e IU, debilitando así su capacidad de propuesta y fiscalización.

El resultado es un escenario en el que el PP gobierna con relativa comodidad, amparado en esa alianza implícita, pero al precio de asumir un riesgo político calculado: avanzar sin consenso y con la oposición cada vez más fragmentada.

Desde esa posición de tranquilidad, no extraña que Santander esté como está: con retrasos alarmantes en materia de limpieza pública, denunciados una y otra vez no solo por la oposición sino también por movimientos sociales; con actitudes soberbias en asuntos como la rehabilitación de los Galeones de Vital Alsar; con decisiones polémicas como el aparcamiento de autocaravanas en Mataleñas, rechazado por vecinos de Cueto; o con el malestar de los residentes del Sardinero, que denuncian tanto el retraso en obras como los Jardines de Piquío como la degradación de la zona, convertida —según ellos— en una ruina de cemento. A ello se suma la reciente postura vergonzosa frente a la propuesta de convertir La Marinera en un himno reconocido por todos los santanderinos.

No se trata solo de una gestión ineficaz: pesan también los silencios. Silencios incómodos como diputada regional, un cargo que Igual parece ocupar más como reclamo electoral que como compromiso político real. En cuestiones clave como la vivienda, el turismo —con un crecimiento preocupante— o la revisión de impuestos vinculados a las basuras, su actitud ha sido de un silencio que muchos califican de vergonzoso.

El tiempo corre y nada apunta a un cambio de rumbo. La corporación municipal permanece prácticamente paralizada, mientras la oposición se limita a gestos de cara a la galería: el PRC con vídeos y el PSOE apuntándose tantos al margen del consenso, como en el caso de La Marinera.

Jesús Serrera, sin querer o queriendo, ha marcado la pauta de lo que podría ser un auténtico programa de acción municipal. A la oposición le convendría repensar estos asuntos si de verdad aspira a disputarle al Partido Popular el gobierno de Santander.

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