Y este año por más que estemos de celebración, hemos vuelto a escuchar al presidente Revilla - en el Dia de Cantabria - los mismos mensajes conservadores y reiterativos, acompañados de las soflamas de rigor, esta vez hacia el “optimismo” paciente, y la crítica para los que censuran al gobierno de “pesimistas” e insolidarios.
Y en vez de
recordar a los cántabros que lo están pasando mal, los parados, los que se
pasan una y otra vez por Caritas entre otras organizaciones sociales, los que
sufren de “mala praxis por parte de la consejería de empleo y políticas
sociales, como recientemente han denunciado los sindicatos UGT, SIEP y CSIF”, el
bueno de Revilla va, y se acuerda de los turistas, de los que tienen “cara de
satisfacción” de los que están disfrutando de los “servicios de calidad”, que
les ofrece por ejemplo la hostelería, por cierto, que se está forrando según
dice él presidente del gremio, gracias al incremento de precios, y al que se
han abonado también los comerciantes entre otros, riqueza que en nada le
resuelven los problemas a los mas necesitados, incluso a sus propios compañeros
del sector, que tienen su negocio fuera del escaparate de los centros urbanos.
Esa
Cantabria que se ha convertido de “birlibirloque” en una región de turismo “marca
plus” que llama al turismo, no solo por sus recursos naturales, si no por los
servicios de calidad que ofrece, cuando hasta ayer no hacia más que reclamar
mano de obra especializada, es la que nos va a resolver todos los problemas, y
llevarnos al ridículo PIB (1,5%) que teníamos allá por el año 2019, antesala de
una caída de casi -10% en 2020.
Ese ha sido
el mensaje central del discurso de Revilla en el Dia de Cantabria en Cabezón de
la Sal. Un mensaje disfrazado de “optimismo” y adornado por lo de siempre. Del
AVE que se retrasa, el Centro logístico de la Pasiega que también, la
protonterapia que por ahora dicen se instalara en Valdecilla, el cobro de la
deuda con Valdecilla, las inversiones previstas por el gobierno central en
materia infraestructuras, y el puerto de Santander ahora en remodelación
aprovechando el parón por culpa de Putin, vamos lo de siempre, por cierto que
no se me olvide, “ el binomio de bandera de Cantabria y España” al que le gusta
tanto envolverse a nuestro presidente, aunque no venga a cuento.
Hasta cuando
va a durar esta forma de hacer política, para cuando una revolución de
políticas y políticos en nuestra región, me temo que para este viaje tampoco
vamos suerte.
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