14 may 2015

Al sindicalismo le quieren pasar la garlopa.

Con motivo del reciente primero de mayo, algunos editoriales parece se hubieran puesto de acuerdo, para reclamar del sindicalismo, cambios, modernización, transformación en sus mensajes, vamos, adaptaciones a una nueva realidad laboral, que según parece, el liberalismo económico está imponiendo, como única posibilidad de futuro para sus organizaciones, para ello, sesudos comentarista políticos, no dudan en apoyarse en los cambios sociales y económicos que está imponiendo la crisis y en las golferías que algún que otro sindicalista de pro, está dando como ejemplo de desvergüenza, etc.

Que los sindicatos no están en su mejor momento nadie lo duda, pero que se les quiera pasar la garlopa de la "modernidad" para que asuman lo que la economía global a puesto de moda va un trecho.

Algunos de estos editoriales, pretenden poner en el haber de los sindicatos los peores efectos de la crisis como si su ineficacia hubiera hecho posible, la pérdida de puestos de trabajo, la bajada de salarios, de derechos sociales y laborales, vamos, esa larga lista de derechos que se ha llevado por delante la crisis, y que ha provocado efectos brutales sobre muchas familias españolas incapaces -  por ahora - de ver algo de luz en este largo túnel de más de ocho años,

Por si fuera poco estas razones, algunos lo adornan con la incapacidad de los sindicatos adaptarse a la nueva realidad del mercado de trabajo  que tiene en la precariedad y el salario barato sus principales propuestas, o que solo defendemos a los que tienen trabajo estable, para sin decirlo que estamos abandonando a los parados y trabajadores de las empresas pequeñas y medianas.  

Algunos incluso les piden a los sindicatos le pongan al liberalismo económico rostro humano, aunque para ello, tengan que asumir el principio  perverso que representa la economía global, “que es mejor un trabajo precario y mal pagado, que ningún trabajo”, o que asuman la deslocalización empresarial, como algo inevitable restando importancia al impacto sobre los trabajadores sus familias, o outsourcing y la subcontratación de todo y para todo, que  convierte al trabajo en un mero factor económico, con unas normas muchas veces en manos de verdaderos piratas empresariales, que ante el servicio a la gran empresa dejan  a los trabajadores al margen de sus más elementales derechos laborales.

Como es posible que se le pida a los sindicatos cambios en su forma de pensar y actuar, frente a esa economía global que está produciendo destrucciones masivas de pequeñas, y medianas empresas de comercios que sucumben ante la aparición de grandes cadenas e hipermercados, ante la economía que con inversiones internacionales, ocupan el espacio empresarial a su interés e incluso por el tiempo que consideran rentable a su inversión, para luego si fuera el caso aplicar aquello de  “si te he visto no me acuerdo”.

Para los que defienden el capitalismo global como alternativa a la situación de crisis, recordarlos que ese modelo también requiere para su expansión de un mercado global, que en muchos casos entra en competición con los mercados nacionales, y sus economías, por lo que no estaríamos hablando solo de impactos sobre el empleo de las pequeñas empresas, sino de grandes sectores productivos del país. El capital lo único que quiere es beneficio y para ello no deja de buscar sectores y países donde hacerlo, y a opciones políticas que les faciliten el camino modificando legislaciones, empobreciendo su población, bajando salarios y condiciones laborales, vamos produciendo “dumping laboral”. 

¿ Esto es lo que se quiere de los sindicatos como alternativa de futuro?. Según mi opinión no lo deben asumir, el modelo de relaciones labores que trae consigo el liberalismo es para los sindicatos actuales y de futuro, totalmente  rechazable, aunque eso no quiere decir que las organizaciones no deban hacer cambios en sus reglas de juego frente a los empresarios y administración. Existe un campo de trabajo que a todos les es común, la negociación colectiva, y sobre todo las normas legales que lo amparan que son imprescindible para el dialogo social, pero nunca desde el principio impuesto por ese liberalismo económico que parece esta seduciendo algunos partidos políticos y administraciones europeas.

Los sindicatos son necesarios en el mundo laboral y social, pretender limitar su eficacia modificando normas legales, o su desprestigio es un tremendo error que la democracia no se puede permitir. 

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