Quien mejor para testimoniar a José
Luis Pérez Álvarez, que aquellos que han vivido de cerca la entrega
comprometida del sacerdote e Iniciador de Adsis, organización creada para los
pobres y sobre todo los jóvenes que siempre fueron su preocupación plasmada a
través de las muchas comunidades cristianas que el ayudo a fundar en España y
Latinoamérica.
Hace unos días comentando con Nacho Pérez
- buen amigo y compañero de Adsis en nuestra juventud - me recordaba lo
importante que había sido para nuestras vidas lo aprendido y vivido en la Comunidad
de Santander durante algunos años, destacando valores que entre otros dieron sentido a nuestra militancia en el mundo
sindical.
Ahora que ha fallecido José Luis,
vuelvo a recordar los momentos que vivimos juntos, la alegría que trasmitía
cuando nos enseñaba a estar "presente" con los jóvenes, a compartir
entre los hermanos el trabajo comprometido, en fin, a vivir la misión cristiana
allá donde estuviéramos, por todo ello me uno en la oración a los hermanos que
de forma más directa hoy le despiden
Muchas gracias
Desde el silencio.
Víctor Márquez Pailos
Unos ojos grandes y
unos labios carnosos, entreabiertos, eran como las dos ventanas por las que su
espíritu se asomaba al mundo. Era solo un niño, quieto para salir en la foto.
Ahora, ochenta y tres años después, el niño de la foto preside la estancia donde
un anciano acaba de sufrir. Parece, esta vez, asomarse al presente desde su
pasado eterno. Él es ahora el anciano muerto. Si hubiera podido contemplar
desde el pasado su futuro, si pudiéramos ver nosotros lo que, a veces,
entrevemos, ¿sería otra nuestra manera de entender la vida? Yo creo que no,
porque entender la vida es algo que se va consiguiendo mientras se vive. Antes,
no sería bueno. Después, ya no es necesario.
Creo
que no sería bueno entender la vida antes de vivirla porque dejaríamos de
jugar. Dejaríamos de ser niños, que es lo que más hondamente somos mientras
estamos vivos. Este hombre nuestro, que ahora recordamos sobre su lecho aún
tibio, se pasó la vida jugando con las palabras, acariciándolas, componiendo
paradojas con ellas, descubriendo analogías, semejanzas ocultas entre términos
opuestos. «Las diferencias suman», le oí repetir poco antes de verle partir
hacia el seno del totalmente Otro. Y eso ha sido su vida. Esta ha sido la
palabra de su vida, el nombre del movimiento que él solo ha iniciado, Adsis,
«presencia».
A nosotros solo nos caben dos posibilidades: dar
nombre a nuestros anhelos o confundirlos con nuestras apetencias. De Dios es el
fundar, del hombre el confundir. José Luis Pérez Álvarez, fallecido esta
semana, vivió hasta el final rodeado de los suyos. Y suyos hemos sido todos,
hombres y mujeres viviendo en común porque las diferencias suman y jugar a
conjugarlas ha sido el sueño de este niño hecho hombre para siempre.
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