Ex Secretario General
de la USO, militante PSC.
Las elecciones en 8122
municipios de España y en 13 de las 17 comunidades autónomas, del pasado 24 de
Mayo, han confirmado con holgura varios fenómenos ya manifestados con fuerza
hace un año en las elecciones al Parlamento Europeo y hace casi dos meses en
las elecciones andaluzas:
1)
La caída estrepitosa, justa, necesaria,
del PP, y la consecuente apertura de las hostilidades internas sin disimulo. La
magnitud del desastre electoral la bordó Rita Barberá, chulesca alcaldesa de
Valencia, cuando susurró, creyéndose a resguardo de las grabadoras, “qué
hostia, qué hostia nos hemos dado …” . El grado de sordidez y desvarío en el
que puede sumirse el PP por efecto de la pérdida de poder municipal y
autonómico, lo expresa mejor que nadie Esperanza Aguirre, aspirante frustrada a
la alcaldía de Madrid, con sus delirantes declaraciones sobre la estrategia
soviética de Manuel Carmena y, al tiempo, proponiendo coaliciones demenciales
que incluirían a la propia Manuela “con tal de frenar a Podemos…” Rajoy y su gente, a quienes cuestionan en el
interno partidario y en el universo de las derechas políticas y económicas, ha
cosechado lo que sembraron en más de tres años de mentiras, corrupciones a gran
escala, desprecio a los que sufren injustamente, servilismo grosero a los
poderes fácticos del dinero y la especulación, en España y en Europa. La extrapolación de estos resultados a las
elecciones generales del próximo otoño dibujarían un PP con menos de 100
diputados, con escaso poder municipal y autonómico y, en consecuencia,
perfectamente inútil a los intereses oligárquicos a los que sirve. Es por ello,
que Rajoy no tiene la menor certeza de encabezar el cartel electoral en las generales
próximas.
2)
El PSOE aguanta y contiene la tendencia
a la baja manifestada en las europeas. Por mérito propio, en Andalucía, y si
acompañan las coaliciones puede recuperar cuotas notables de poder municipal y
autonómico. No obstante, el liderazgo de Pedro Sánchez no ha quedado
indiscutiblemente afianzado por efecto de este macro-proceso electoral. Deberá
pasar el rubicón de las primarias en Junio y la gran matrona del partido,
Susana Diaz, sigue sin hacer la menor concesión a la irreversibilidad del liderazgo
de Sámchez.
3)
El gran impacto ha sido el ascenso más
que significativo de Podemos y Ciudadanos, novedosas irrupciones en el cuadro
político a izquierda y derecha respectivamente. Ese impacto se ha dado también
con otras formaciones locales o regionales que han hecho magníficos resultados,
todos con el denominador común de la denuncia y la lucha contra la corrupción,
contra los recortes a los servicios públicos o en demanda de decencia y
transparencia en la representación y en la gestión de la cosa pública. Ahí
están Valencia, Navarra, Cantabria, Galicia… amén de los resultados
brillantísimos de coaliciones multicolores y emergentes, con Podemos o sin
ellos, en Barcelona, Madrid, Zaragoza … y decenas de grandes y medianas
ciudades.
4)
Se ha llegado a hablar de “revolución
democrática” en medios españoles e internacionales. Tal vez sea exagerado para
definir este 24-M, pero es lo más parecido a ella. En todo caso, es el síntoma
inequívoco de que viene un cambio de fondo que, como todo proceso histórico,
será incierto y zigzagueante, y me gustaría que irreversible y por cauces
impecablemente democráticos como hasta ahora.
5)
El 24-M arroja importantes daños
colaterales que está por ver que sean justos y buenos. Me refiero a la cuasi
extinción de Izquierda Unida (IU) y a la extinción de Unión Progreso y
Democracia (UPyD). Como ya dije en otro artículo reciente valorando la campaña
electoral, es un mal dato que IU se inmole a mayor gloria de Podemos, y no creo
que Ciudadanos sea mejor que la UPyD, a la que da puntilla.
6)
En Catalunya, el 24-M tenía una
inevitable intencionalidad por parte de las formaciones secesionistas. No les
ha podido ir peor. CiU pierde más de 200.000 votos, los que gana ERC, y deviene
casi marginal en los grandes núcleos urbanos de Catalunya, a excepción de
Girona y Reus. Sube ese exotismo llamado CUP, jóvenes ultra-independentistas y
ultra-izquierdistas y muy activos en la lucha contra la corrupción y las
problemáticas sociales y vecinales. El 24-M las formaciones secesionistas,
suponiendo que las bases de CiU lo sean en su totalidad, que es mucho suponer,
suman unos 1.400.000 votos; en el simulacro de referéndum del 9 de noviembre
pasado dijeron obtener 1.900.000 sies… Como he dicho tantas veces, Artur Mas,
al igual que Rajoy, es muy probable que tenga los meses contados, y no sería
imposible que no encabezara el cartel en unas próximas elecciones catalanas
que, paradójicamente, sólo él puede convocar. De momento, sólo las ha anunciado
para el 27 de septiembre próximo, con ínsulas plebiscitarias y todo, algo así
como el pórtico de la independencia. El PSC (Partido de los Socialistas de
Catalunya), aun perdiendo globalmente
votos respecto a las de 2011, mantiene la mayoría o la hegemonía en sus
grandes feudos metropolitanos barceloneses además de en dos de las cuatro
capitales, Tarragona y Lleida. Los escisionistas-secesionistas de lujo del PSC
parecen haber desaparecido de escena diluidos en candidaturas de ERC; tanto
ruido y tanto daño que han hecho para este triste final, es decir, para que un
puñado de notables sigan colocados … No quiero dejar de referirme al PP en
Catalunya. El desastre ha sido notablemente mayor que en el conjunto de España,
que ya es decir. Obtienen menos de 300 concejales de los más de 22.000 que
tienen.
7)
Por último, cabe decir que ni el
bipartidismo se hundió como algunos auguraban, ni las propuestas emergentes
asaltaron los cielos como decían pretender. Los partidos de la Democracia del
77 y la Constitución del 78, o sea, PSOE, PP, más nacionalistas vascos,
catalanes y otros, suman más del 75% del voto emitido. Los emergentes, Podemos,
Ciudadanos y otros, son los factores de un comienzo más que “lo nuevo” demoliendo “lo viejo”, y habrá que
ver su proyección de futuro. Proceso, es un proceso, insisto.
Ahora
hay que gestionar los resultados sin perder de vista que, muchas veces, es más
difícil administrar la victoria que la derrota. Hay que armar coaliciones,
equipos, programas, en cientos de ayuntamientos y en casi todas las comunidades
autónomas, en un país poco dado a las artes del consenso y la articulación del
pluralismo, con lo cual, las distintas formaciones deberán hacer un rápido
aprendizaje y puesta a punto y convertir la necesidad en virtud.
Esos
desafíos interpelan, vitalmente, a las fuerzas progresistas o que dicen serlo y
que concurrieron a las elecciones con el compromiso de representar y atender
las necesidades y aspiraciones vitales de millones y millones de víctimas
inocentes golpeadas por la crisis. Y en este punto quiero recuperar un dato
terrorífico que publicó el Instituto Nacional de Estadística (INE), pocas
bromas, 48 horas después de cerrarse las urnas del 24-M: Un 29% de la ciudadanía española, unos 15 millones de personas,
malmueren entre la pobreza, la pobreza extrema, el umbral de la misma y la
exclusión … Este es el dato por desgracia, el que da sentido al 24-M y
a todo por encima de partidismos y
electoralismos mezquinos.
Y
ahí es donde se la juegan las formaciones de izquierda y/o progresistas: Salir
al encuentro de ese 29%, y del otro 29% que va tirando y al que la crisis
golpeó también. Pero eso será objeto de otro artículo: “Por una amplia y plural
Coalición Progresista”.
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